12. No construir un estrado con el mismo propósito (Éx. 20:25)
“Y si me hicieres altar de piedras, no las labres de cantería; porque si alzares herramienta sobre él, lo profanará”
Como
parte del pacto que en su momento Dios hizo con su pueblo estableció ciertas
normas que tenían que ver con la manera en que éste se relacionaría con Él. Una
de estas normas es la contenida en Éxodo 20:25 que establecía que, en caso que
se hiciese un altar para los sacrificios y ofrendas, dicho altar no debería ser
erigido con piedras labradas.
El
entendimiento natural de esto es claro, recordemos que de los primeros
mandamientos dados por Dios a su pueblo estaba el no pretender representarlo
con figura alguna, lo cual se extendería a todo aquello que se utilizase en su
servicio pues la debilidad humana haría que fácilmente se pervirtiera el culto,
pero espiritualmente hay mayor comprensión.
Para
nuestra naturaleza es evidente que lo que obtengamos en esta vida es
proporcional al esfuerzo que imprimamos en ello, aunque esta visión del mundo
es limitada pues incluso lo que obtenemos es por la misericordia y amor de
Dios, es algo que damos por hecho, pero a nivel espiritual, sobre todo respecto
con la salvación, no hay esfuerzo alguno que pudiera ganárnosla.
Salmos
49
7 Ninguno de
ellos podrá en manera alguna redimir al hermano,
Ni dar a Dios su rescate
8 (Porque la redención de su
vida es de gran precio,
Y no se logrará jamás),
La
falta de comprensión espiritual en esto dio como resultado que incluso en la
religión verdadera establecida por Dios con su pueblo, éste quedara estancado a
nivel material en las normas por falta de fe.
Hebreo 4
1Temamos,
pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de
vosotros parezca no haberlo alcanzado. 2 Porque
también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les
aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron. 3 Pero
los que hemos creído entramos en el reposo, de la manera que dijo: Por
tanto, juré en mi ira, no entrarán en mi reposo;
La
parábola del publicano y fariseo deja muy en claro lo anterior en cuanto a la
autosuficiencia que la observancia de las normas de manera natural había
generado en algunos
Lucas
18
9 A unos que confiaban en sí mismos como
justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: 10 Dos
hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. 11 El
fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy
gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni
aun como este publicano; 12 ayuno dos veces a la
semana, doy diezmos de todo lo que gano. 13 Mas el
publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se
golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. 14 Os
digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro; porque
cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será
enaltecido.
Pablo deja muy en clatro que no son nuestros esfuerzos,
simbolizados por ese labrar las piedras para el altar, ese esfuerzo que
pretendemos impregnar a la obra salvífica, los que nos consiguen la redención.
Efesios
2
8 Porque por gracia sois salvos por medio
de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no
por obras, para que nadie se gloríe.
Labrar
piedras para hacer un altar representa el querer mejorar la obra salvífica, el
sacrificio de Jesús por medio del cual nos granjeó la redención
Gálatas
3:13-29
Cristo
nos redimió de la maldición de la ley, tomando sobre sí mismo la maldición por
amor a nosotros.
Salmos
19:14
Tú,
Señor, eres mi roca y mi redentor; ¡agrádate de mis palabras y de mis
pensamientos!
Efesios
1:7-8
En él
tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su
gracia que hizo sobreabundar para con nosotros.
1
Pedro 1:18-19
Ustedes
saben que no fueron redimidos de su vana manera de vivir heredada de sus padres
con cosas perecederas como oro o plata, sino con sangre preciosa, como de un
cordero sin tacha y sin mancha: la sangre de Cristo.
Lo
único que podemos hacer es poner aquellas piedras que Dios nos ha dado para
erigir un altar para nuestros sacrificios y ofrendas, por cierto, esas piedras
simbolizan aquella roca dada por Dios para constituir su templo: Jesús.
Hechos
4
11 Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros
los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. 12 Y en ningún otro hay
salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que
podamos ser salvos.
1
Pedro 2
7 Para
vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen,
La piedra
que los edificadores desecharon,
Ha venido a
ser la cabeza del ángulo;
8 y:
Piedra de
tropiezo, y roca que hace caer,
porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual
fueron también destinados.
El
mandamiento contemplado en las leyes mosaicas de no construir un estrado con el
mismo [adorar a Dios], sigue vigente, más sin embargo espiritualizado referido
a no pretender impregnar con nuestro esfuerzo la obra salvadora que nos es dada
por gracia de parte de Dios por medio del sacrificio redentor de su Hijo.

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