36. No imitar sus consultas a los muertos (Dt. 18:10,11)


 

“No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, 11 ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos”

 

Como parte del pacto que en su momento Dios hizo con su pueblo estableció normas relativas a su única y exclusiva adoración excluyendo cualquier elemento extraño de ésta.

 

Reiteradamente le mandó a su pueblo que, en cuanto a la adoración hacia Él, hiciese como los pueblos paganos que de la tierra prometida iban a expulsar.

 

Éxodo 23

23 Porque mi Ángel irá delante de ti, y te llevará a la tierra del amorreo, del heteo, del ferezeo, del cananeo, del heveo y del jebuseo, a los cuales yo haré destruir. 24 No te inclinarás a sus dioses, ni los servirás, ni harás como ellos hacen; antes los destruirás del todo, y quebrarás totalmente sus estatuas.

 

Deuteronomio 12

29 Cuando Jehová tu Dios haya destruido delante de ti las naciones adonde tú vas para poseerlas, y las heredes, y habites en su tierra, 30 guárdate que no tropieces yendo en pos de ellas, después que sean destruidas delante de ti; no preguntes acerca de sus dioses, diciendo: De la manera que servían aquellas naciones a sus dioses, yo también les serviré. 31 No harás así a Jehová tu Dios; porque toda cosa abominable que Jehová aborrece, hicieron ellos a sus dioses; pues aun a sus hijos y a sus hijas quemaban en el fuego a sus dioses.

 

Una tendencia humana es la de pretender darle un nuevo sentido a cultos antiguos adjudicando el nuevo culto a Dios, lo cual Dios aborrece prohibiendo se haga así. La idea es clara: Una pequeña desviación en el culto verdadero puede dar como resultado un culto rechazado por Dios: “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte” (Proverbios 14:12). Más sin embargo espiritualmente hay una mayor comprensión.

 

Es un hecho demostrado que en la historia de la humanidad, la sociedad ha desarrollado alrededor de su existencia, una dinámica social que descansa sobre sus creencias, de la misma forma esa historia he evidenciado como es que en muchas ocasiones esas creencias que dieron forma a la dinámica social son pasadas por alto, sea por desconocimiento, infravaloración, e incluso por un redimensionamiento de las mismas.

 

En la actualidad, refiriéndonos a esa dinámica social, muchas de las cosas que hacemos, pensamos o sentimos tienen su fundamento en creencias cuyas raíces en ocasiones se han perdido en el imaginario colectivo siendo, en la mayoría de los casos, reinterpretadas conforme al desarrollo cognitivo tanto individual como colectivo.

 

La cuestión de la muerte siempre ha intrigado a la humanidad. Prácticamente cada pueblo, cada cultura, ha creado toda una serie de creencias alrededor de este tema. Con todo y todo es un tema que difícilmente puede abordarse desde la perspectiva humana dada la naturaleza del mismo, pero eso no quiere decir que Dios nos haya dejado en tinieblas al respecto.

 

La Escritura es muy clara en cuanto a la situación de los muertos, la cual es semejante a la inconciencia que se experimental estar dormidos.

 

Salmos 146:3-4 señala “No confiéis en los príncipes ni en hijo de hombre, porque no hay en él salvación, pues sale su aliento y vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus pensamientos”; Eclesiastés 9:5 dice que “los que viven saben que han de morir, pero los muertos nada saben, ni tienen más recompensa. Su memoria cae en el olvido”; Eclesiastés 3:19-20 señala como es que “lo mismo les sucede a los hijos de los hombres que a las bestias: como mueren las unas, así mueren los otros, y todos tienen un mismo aliento de vida. No es más el hombre que la bestia, porque todo es vanidad.  Todo va a un mismo lugar; todo fue hecho del polvo, y todo al polvo volverá”; Salmo 115:17 dice cómo es que “No alabarán los muertos a Jah, ni cuantos descienden al silencio”; y el Salmos 6:5 dice y se pregunta “porque en la muerte no hay memoria de ti; en el seol, ¿quién te alabará?”

 

En el mismo orden de ideas, Romanos 6:23 señala como es que “la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro”, luego entonces como vemos la paga del pegado es contraria a la dádiva de Dios, así pues la muerte no puede ser sinónimo de vida eterna. De hecho esa idea de un alma inmortal no es bíblica y las raíces de la misma llegan hasta el Jardín de Edén cuando la serpiente, buscando engañara  nuestros primeros padres, les dijo que no habrían de morir (Génesis 3:4).

 

Ahondando un poco más en la falsa doctrina del alma inmortal, es decir, que  no puede morir, vemos como Ezequiel señalo que “el alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel 18:4, 20), y de igual forma Mateo 10:28 advierte a que “no temáis a los que matan el cuerpo, más el alma no pueden matar; temed más bien a aquel [Dios] que puede destruir el alma y el cuerpo en el Gehenna”. Luego entonces el alma sí puede ser destruida.

 

Pero entonces, ¿qué esperanza se tiene ante la muerte? Juan 5:28-29 señala como es que “No os asombréis de esto, porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oírán su voz, y saldrán de allí. Los que han hecho el bien resucitarán para tener vida, pero los que han practicado el mal resucitarán para ser juzgados”, para mayor claridad de esto I Corintios 15:51-52, 54 señala “Fijaos bien en el misterio que os voy a revelar: No todos moriremos, pero todos seremos transformados,  en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, al toque final de la trompeta, pues sonará la trompeta y los muertos resucitarán con un cuerpo incorruptible, y nosotros seremos transformados… Cuando lo corruptible se revista de lo incorruptible, y lo mortal, de inmortalidad, entonces se cumplirá lo que está escrito: «La muerte ha sido devorada por la victoria »”. De nueva cuenta: no será sino hasta la resurrección en que, quienes hayan aceptado a Jesús como su Señor y Salvador y al Padre como su único Dios serán entonces sí vueltos inmortales.

 

Las consideraciones relacionadas los difuntos y observadas con el primero y segundo de Noviembre, van de la mano con la festividad de Halloween (contracción del inglés All Hallows' Eve, en español: «Víspera de Todos los Santos»), estas tres son resultado del sincretismo originado por la cristianización de la fiesta del fin de verano de origen celta llamada Samaín.

 

Samaín, cuyos orígenes datan de hace más de 2,000 años, es la festividad de origen celta más importante del periodo pagano en Europa hasta su conversión al cristianismo, en la que la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre servía como celebración del final de la temporada de cosechas en la cultura celta ​ y era considerada como el «Año Nuevo Celta», que comenzaba con la estación oscura. Es tanto una fiesta de transición (el paso de un año a otro) como de apertura al otro mundo. Su etimología es gaélica y significa 'fin del verano'. En la actualidad el Samaín continúa celebrándose por los seguidores de movimientos religiosos neopaganos, como la wicca ​ y el druidismo.

 

Respecto del primero de Noviembre, y en consonancia con lo señalado en el párrafo anterior, los Celtas y otros pueblos del norte  consideraban el comienzo de Noviembre como su año nuevo. Este era el momento en que las hojas caían y se daba una descomposición natural de las mismas por lo que era el momento más apropiado para la conmemoración de los muertos.

 

Por más que uno busque en el Nuevo Testamento, no podrá encontrar una sola cita que muestre a Jesús, o Sus apóstoles o la iglesia neotestamentaria, reconociendo, observando o celebrando, ya no digamos el 1° o 2 de Noviembre, sino siquiera un solo día, el que fuera, con las connotaciones asociadas actualmente con lo que se conoce como Día de Muertos, día de Todos los Santos, Día de los Fieles Difuntos.

 

Halloween es una festividad que está íntimamente relacionada con el 1° de Noviembre, festividad que la iglesia romana ha decretado para honrar a todos los santos, por eso el 31 de Octubre, como ya se señaló, se conoce como víspera de este día. Así mientras que el 31 de Octubre la iglesia romana busca se hagan peticiones y rogativas como víspera del 1° de Noviembre, Día de Todos los Santos, secularmente se vive esa fecha de otra forma por lo comentado cuando se abordó Halloween.

 

Pero no solo el 1° de Noviembre tiene una observancia religiosa en le iglesia romana sino también el 2 de Noviembre, ya que mientras el primero se conoce como Día de Todos los Santos, el segundo se observa como Día de los Fieles Difuntos. Respecto del 1° de Noviembre, Día de Todos los Santos, “en esta festividad se recuerda a todas aquellas personas que vivieron una vida llena de fe, aunque no hayan sido reconocidas canónicamente como santos, pero que fueron un ejemplo para los suyos.

 

La Iglesia católica reconoce como santos a todos los muertos que están con Dios, a todas las personas que se han salvado y están en el Paraíso”, de igual forma, respecto del 2 de Noviembre, Día de los Fieles Difuntos, en este día “se conmemora a todos los fieles difuntos, en el entendido de que no todos ellos están en el Paraíso. De acuerdo a la doctrina católica, hay personas que tras su muerte no van directamente al Paraíso ni al infierno, sino a un estado de purificación temporal conocido como Purgatorio. Las almas del Purgatorio pueden considerarse salvadas porque tarde o temprano verán a Dios”.

 

Como podemos ver, la observancia del 1° y 2 de Noviembre pasan por considerar como verdaderas las doctrinas anti-bíblicas de la inmortalidad del alma, así como las connotaciones que esto tiene respecto del Cielo y el Purgatorio.

 

¿Cómo se llegó a establecer estos dos días, el 1° y el 2 de Noviembre, como observancias religiosa en la iglesia romana? El Día de Todos los Santos tiene su origen en el siglo IV, periodo en el que hubo una gran cantidad de mártires de la iglesia y que después el Papa Bonifacio IV, quien gobernó en el 610, dedicó el Panteón Romano para rendir culto a las personas que murieron por su fe. La palabra panteón viene del del griego Πάνθειονq que significa "todos los dioses", así que lo que hizo el Papa Bonifacio IV fue cambiar el uso de un templo dedicado a "todos los dioses" para utilizarlo en adelante en honor de “todos los santos”. En un inicio, la celebración se hacía cada 13 de mayo, sin embargo, justamente para contrarrestar la celebración del año nuevo celta (lo que hoy conocemos como Halloween), que se celebra cada 31 de octubre, el papa Gregorio IV, quien gobernó en el Vaticano del 827 al 844, decidió mover el Día de Todos los Santos al 1° de noviembre.

 

Respecto de esta observancia, el Día de Todos los Santos, hay que aclarar que actualmente no es privativa de la iglesia romana sino incluso es observada también por la iglesia ortodoxa oriental, así como también por algunas iglesias protestantes como la anglicana y luterana, en resumen, por aquellas que hacen de la inmortalidad del alma y las connotaciones que esto tiene en las ideas de cielo y purgatorio parte de sus doctrinas.

 

 

Cuando sobre una práctica aparentemente inofensiva que el mundo presente a los elegidos, seis preguntas pueden ayudarnos a entender si son acordes a las verdades divinas o no: ¿está en la Biblia?, ¿Jesús y Sus apóstoles lo enseñaron?, ¿la verdadera iglesia de Dios en sus inicios lo observó?, y por otro ¿tiene raíces paganas?, ¿incorpora elementos religiosos paganos?, ¿forma parte de la corriente del mundo?

 

Conociendo esto, que la lectura de la Sagrada Palabra de Dios nos enseñe, redarguya, corrija e instruya (2 Timoteo 3:16) y que la guía el Santo Espíritu de nuestro Padre Dios nos guíe a la verdad (Juan 16:13) de la fe que ha sido una vez dada a los santos para siempre (Judas 3). 

 

Entendamos que la comprensión humana de las verdades divinas es limitada, principalmente relacionado esto con lo que Dios mismo ha revelado. Pero también el hombre, buscando entender cosas, razona y busca y puede llegar a ser una mezcla de verdades y desviaciones. Es por ello que todo lo que uno explique debe pasar por tres tamices: La doctrina de la iglesia, la Escritura y la vida de la iglesia en estos dos mil años. Cualquier idea, por buena, noble que parezca, si contradice alguno de estos dos puntos debe ser rechazada. De igual forma rechazar, mucho menos dar autoridad, aquella persona que, acercándose al altar de Dios, la vida de los elegidos, trae ideas ajenas a la verdadera fe.

 

El mandamiento contemplado en las leyes mosaicas de no imitar sus consultas a los muertos de los idólatras, sigue vigente, más sin embargo inclusive espiritualizado referido a permitir, mucho menos dar autoridad, aquella persona que, acercándose al altar de Dios, la vida de los elegidos, trae ideas ajenas a la verdadera fe.


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