53. Una israelita no puede casarse con un amonita o un moabita aunque se convierta (Dt. 23:4)
“por cuanto no os salieron a recibir con pan y agua al camino, cuando salisteis de Egipto, y porque alquilaron contra ti a Balaam hijo de Beor, de Petor en Mesopotamia, para maldecirte”
Lo
referido en Deuteronomio 23:4 respecto de Balaam hijo de Beor, de Petor en
Mesopotamia, en cuanto a la maldición procurada contra Istrael, podemos leerla
en Números 22, 23 y 24
Números
22
1 Partieron
los hijos de Israel, y acamparon en los campos de Moab junto al Jordán, frente
a Jericó. 2 Y vio Balac hijo de Zipor todo lo que
Israel había hecho al amorreo. 3 Y
Moab tuvo gran temor a causa del pueblo, porque era mucho; y se angustió Moab a
causa de los hijos de Israel. 4 Y
dijo Moab a los ancianos de Madián: Ahora lamerá esta gente todos nuestros
contornos, como lame el buey la grama del campo. Y Balac hijo de Zipor era
entonces rey de Moab. 5 Por
tanto, envió mensajeros a Balaam hijo de Beor, en Petor, que está junto al río
en la tierra de los hijos de su pueblo, para que lo llamasen, diciendo: Un
pueblo ha salido de Egipto, y he aquí cubre la faz de la tierra, y habita
delante de mí. 6 Ven pues,
ahora, te ruego, maldíceme este pueblo, porque es más fuerte que yo; quizá yo
pueda herirlo y echarlo de la tierra; pues yo sé que el que tú bendigas será
bendito, y el que tú maldigas será maldito.
7 Fueron los
ancianos de Moab y los ancianos de Madián con las dádivas de adivinación en su
mano, y llegaron a Balaam y le dijeron las palabras de Balac. 8 Él
les dijo: Reposad aquí esta noche, y yo os daré respuesta según Jehová me
hablare. Así los príncipes de Moab se quedaron con Balaam. 9 Y vino Dios a Balaam, y le dijo: ¿Qué
varones son estos que están contigo? 10 Y
Balaam respondió a Dios: Balac hijo de Zipor, rey de Moab, ha enviado a
decirme: 11 He aquí, este
pueblo que ha salido de Egipto cubre la faz de la tierra; ven pues, ahora, y
maldícemelo; quizá podré pelear contra él y echarlo. 12 Entonces dijo Dios a Balaam: No vayas con
ellos, ni maldigas al pueblo, porque bendito es. 13 Así
Balaam se levantó por la mañana y dijo a los príncipes de Balac: Volveos a
vuestra tierra, porque Jehová no me quiere dejar ir con vosotros. 14 Y los príncipes de Moab se levantaron, y
vinieron a Balac y dijeron: Balaam no quiso venir con nosotros.
15 Volvió
Balac a enviar otra vez más príncipes, y más honorables que los otros; 16 los
cuales vinieron a Balaam, y le dijeron: Así dice Balac, hijo de Zipor: Te ruego
que no dejes de venir a mí; 17 porque
sin duda te honraré mucho, y haré todo lo que me digas; ven, pues, ahora,
maldíceme a este pueblo. 18 Y
Balaam respondió y dijo a los siervos de Balac: Aunque Balac me diese su casa
llena de plata y oro, no puedo traspasar la palabra de Jehová mi Dios para
hacer cosa chica ni grande. 19 Os
ruego, por tanto, ahora, que reposéis aquí esta noche, para que yo sepa qué me
vuelve a decir Jehová. 20 Y
vino Dios a Balaam de noche, y le dijo: Si vinieron para llamarte estos
hombres, levántate y vete con ellos; pero harás lo que yo te diga.
21 Así Balaam
se levantó por la mañana, y enalbardó su asna y fue con los príncipes de Moab. 22 Y
la ira de Dios se encendió porque él iba; y el ángel de Jehová se puso en el
camino por adversario suyo. Iba, pues, él montado sobre su asna, y con él dos
criados suyos. 23 Y el asna
vio al ángel de Jehová, que estaba en el camino con su espada desnuda en su
mano; y se apartó el asna del camino, e iba por el campo. Entonces azotó Balaam
al asna para hacerla volver al camino. 24 Pero
el ángel de Jehová se puso en una senda de viñas que tenía pared a un lado y
pared al otro. 25 Y viendo
el asna al ángel de Jehová, se pegó a la pared, y apretó contra la pared el pie
de Balaam; y él volvió a azotarla. 26 Y
el ángel de Jehová pasó más allá, y se puso en una angostura donde no había
camino para apartarse ni a derecha ni a izquierda. 27 Y viendo el asna al ángel de Jehová, se
echó debajo de Balaam; y Balaam se enojó y azotó al asna con un palo. 28 Entonces Jehová abrió la boca al asna, la
cual dijo a Balaam: ¿Qué te he hecho, que me has azotado estas tres veces? 29 Y Balaam respondió al asna: Porque te has
burlado de mí. ¡Ojalá tuviera espada en mi mano, que ahora te mataría! 30 Y el asna dijo a Balaam: ¿No soy yo tu
asna? Sobre mí has cabalgado desde que tú me tienes hasta este día; ¿he
acostumbrado hacerlo así contigo? Y él respondió: No.
31 Entonces
Jehová abrió los ojos de Balaam, y vio al ángel de Jehová que estaba en el
camino, y tenía su espada desnuda en su mano. Y Balaam hizo reverencia, y se
inclinó sobre su rostro. 32 Y el ángel de
Jehová le dijo: ¿Por qué has azotado tu asna estas tres veces? He aquí yo he
salido para resistirte, porque tu camino es perverso delante de mí. 33 El asna me ha visto, y se ha apartado
luego de delante de mí estas tres veces; y si de mí no se hubiera apartado, yo
también ahora te mataría a ti, y a ella dejaría viva. 34 Entonces Balaam dijo al ángel de Jehová:
He pecado, porque no sabía que tú te ponías delante de mí en el camino; mas
ahora, si te parece mal, yo me volveré. 35 Y
el ángel de Jehová dijo a Balaam: Ve con esos hombres; pero la palabra que yo
te diga, esa hablarás. Así Balaam fue con los príncipes de Balac.
36 Oyendo
Balac que Balaam venía, salió a recibirlo a la ciudad de Moab, que está junto
al límite de Arnón, que está al extremo de su territorio. 37 Y
Balac dijo a Balaam: ¿No envié yo a llamarte? ¿Por qué no has venido a mí? ¿No
puedo yo honrarte? 38 Balaam
respondió a Balac: He aquí yo he venido a ti; mas ¿podré ahora hablar alguna
cosa? La palabra que Dios pusiere en mi boca, esa hablaré. 39 Y fue Balaam con Balac, y vinieron a
Quiriat-huzot. 40 Y Balac
hizo matar bueyes y ovejas, y envió a Balaam, y a los príncipes que estaban con
él.
41 El día siguiente,
Balac tomó a Balaam y lo hizo subir a Bamot-baal, y desde allí vio a los más
cercanos del pueblo.
Números
23
1 Y Balaam
dijo a Balac: Edifícame aquí siete altares, y prepárame aquí siete becerros y
siete carneros. 2 Balac hizo como le
dijo Balaam; y ofrecieron Balac y Balaam un becerro y un carnero en cada altar. 3 Y Balaam dijo a Balac: Ponte junto a tu
holocausto, y yo iré; quizá Jehová me vendrá al encuentro, y cualquiera cosa
que me mostrare, te avisaré. Y se fue a un monte descubierto. 4 Y vino Dios al encuentro de Balaam, y este
le dijo: Siete altares he ordenado, y en cada altar he ofrecido un becerro y un
carnero. 5 Y Jehová puso
palabra en la boca de Balaam, y le dijo: Vuelve a Balac, y dile así. 6 Y volvió a él, y he aquí estaba él junto a
su holocausto, él y todos los príncipes de Moab. 7 Y
él tomó su parábola, y dijo:
De Aram me
trajo Balac,
Rey de
Moab, de los montes del oriente;
Ven,
maldíceme a Jacob,
Y ven,
execra a Israel.
8 ¿Por qué
maldeciré yo al que Dios no maldijo?
¿Y por qué
he de execrar al que Jehová no ha execrado?
9 Porque de
la cumbre de las peñas lo veré,
Y desde los
collados lo miraré;
He aquí un
pueblo que habitará confiado,[a]
Y no será
contado entre las naciones.
10 ¿Quién
contará el polvo de Jacob,
O el número
de la cuarta parte de Israel?
Muera yo la
muerte de los rectos,
Y mi
postrimería sea como la suya.
11 Entonces
Balac dijo a Balaam: ¿Qué me has hecho? Te he traído para que maldigas a mis
enemigos, y he aquí has proferido bendiciones. 12 Él
respondió y dijo: ¿No cuidaré de decir lo que Jehová ponga en mi boca?
13 Y dijo
Balac: Te ruego que vengas conmigo a otro lugar desde el cual los veas;
solamente los más cercanos verás, y no los verás todos; y desde allí me los
maldecirás. 14 Y lo llevó al
campo de Zofim, a la cumbre de Pisga, y edificó siete altares, y ofreció un
becerro y un carnero en cada altar. 15 Entonces
él dijo a Balac: Ponte aquí junto a tu holocausto, y yo iré a encontrar a Dios
allí. 16 Y Jehová salió al
encuentro de Balaam, y puso palabra en su boca, y le dijo: Vuelve a Balac, y
dile así. 17 Y vino a él, y
he aquí que él estaba junto a su holocausto, y con él los príncipes de Moab; y
le dijo Balac: ¿Qué ha dicho Jehová? 18 Entonces
él tomó su parábola, y dijo:
Balac,
levántate y oye;
Escucha mis
palabras, hijo de Zipor:
19 Dios no es
hombre, para que mienta,
Ni hijo de
hombre para que se arrepienta.
Él dijo, ¿y
no hará?
Habló, ¿y
no lo ejecutará?
20 He aquí, he
recibido orden de bendecir;
Él dio
bendición, y no podré revocarla.
21 No ha
notado iniquidad en Jacob,
Ni ha visto
perversidad en Israel.
Jehová su
Dios está con él,
Y júbilo de
rey en él.
22 Dios los ha
sacado de Egipto;
Tiene
fuerzas como de búfalo.
23 Porque
contra Jacob no hay agüero,
Ni
adivinación contra Israel.
Como ahora,
será dicho de Jacob y de Israel:
¡Lo que ha
hecho Dios!
24 He aquí el
pueblo que como león se levantará,
Y como león
se erguirá;
No se
echará hasta que devore la presa,
Y beba la
sangre de los muertos.
25 Entonces
Balac dijo a Balaam: Ya que no lo maldices, tampoco lo bendigas. 26 Balaam
respondió y dijo a Balac: ¿No te he dicho que todo lo que Jehová me diga, eso
tengo que hacer? 27 Y dijo
Balac a Balaam: Te ruego que vengas, te llevaré a otro lugar; por ventura
parecerá bien a Dios que desde allí me lo maldigas. 28 Y Balac llevó a Balaam a la cumbre de
Peor, que mira hacia el desierto.[b] 29 Entonces Balaam dijo a Balac: Edifícame
aquí siete altares, y prepárame aquí siete becerros y siete carneros. 30 Y Balac hizo como Balaam le dijo; y
ofreció un becerro y un carnero en cada altar.
Números
24
1 Cuando vio
Balaam que parecía bien a Jehová que él bendijese a Israel, no fue, como la
primera y segunda vez, en busca de agüero, sino que puso su rostro hacia el
desierto; 2 y alzando sus ojos, vio a Israel alojado
por sus tribus; y el Espíritu de Dios vino sobre él. 3 Entonces tomó su parábola, y dijo:
Dijo Balaam
hijo de Beor,
Y dijo el
varón de ojos abiertos;
4 Dijo el que
oyó los dichos de Dios,
El que vio
la visión del Omnipotente;
Caído, pero
abiertos los ojos:
5 ¡Cuán
hermosas son tus tiendas, oh Jacob,
Tus
habitaciones, oh Israel!
6 Como
arroyos están extendidas,
Como
huertos junto al río,
Como áloes
plantados por Jehová,
Como cedros
junto a las aguas.
7 De sus
manos destilarán aguas,
Y su
descendencia será en muchas aguas;
Enaltecerá
su rey más que Agag,
Y su reino
será engrandecido.
8 Dios lo
sacó de Egipto;
Tiene
fuerzas como de búfalo.
Devorará a
las naciones enemigas,
Desmenuzará
sus huesos,
Y las
traspasará con sus saetas.
9 Se
encorvará para echarse como león,
Y como
leona; ¿quién lo despertará?
Benditos
los que te bendijeren,
Y malditos
los que te maldijeren.
10 Entonces se
encendió la ira de Balac contra Balaam, y batiendo sus manos le dijo: Para
maldecir a mis enemigos te he llamado, y he aquí los has bendecido ya tres
veces. 11 Ahora huye a tu lugar; yo dije que te
honraría, mas he aquí que Jehová te ha privado de honra. 12 Y Balaam le respondió: ¿No lo declaré yo
también a tus mensajeros que me enviaste, diciendo: 13 Si Balac me diese su casa llena de plata y
oro, yo no podré traspasar el dicho de Jehová para hacer cosa buena ni mala de
mi arbitrio, mas lo que hable Jehová, eso diré yo? 14 He aquí, yo me voy ahora a mi pueblo; por
tanto, ven, te indicaré lo que este pueblo ha de hacer a tu pueblo en los
postreros días. 15 Y tomó
su parábola, y dijo:
Dijo Balaam
hijo de Beor,
Dijo el
varón de ojos abiertos;
16 Dijo el que
oyó los dichos de Jehová,
Y el que
sabe la ciencia del Altísimo,
El que vio
la visión del Omnipotente;
Caído, pero
abiertos los ojos:
17 Lo veré,
mas no ahora;
Lo miraré,
mas no de cerca;
Saldrá
ESTRELLA de Jacob,
Y se
levantará cetro de Israel,
Y herirá
las sienes de Moab,
Y destruirá
a todos los hijos de Set.
18 Será tomada
Edom,
Será
también tomada Seir por sus enemigos,
E Israel se
portará varonilmente.
19 De Jacob
saldrá el dominador,
Y destruirá
lo que quedare de la ciudad.
20 Y viendo a
Amalec, tomó su parábola y dijo:
Amalec,
cabeza de naciones;
Mas al fin
perecerá para siempre.
21 Y viendo al
ceneo, tomó su parábola y dijo:
Fuerte es
tu habitación;
Pon en la
peña tu nido;
22 Porque el
ceneo será echado,
Cuando
Asiria te llevará cautivo.
23 Tomó su
parábola otra vez, y dijo:
¡Ay! ¿quién
vivirá cuando hiciere Dios estas cosas?
24 Vendrán
naves de la costa de Quitim,
Y afligirán
a Asiria, afligirán también a Heber;
Mas él
también perecerá para siempre.
25 Entonces se
levantó Balaam y se fue, y volvió a su lugar; y también Balac se fue por su
camino.
SI
bien es muy interesante como es que la maldición procurada por los enemigos de
Israel termina convirtiéndose, no en una o dos, sino en tres bendiciones, a
raíz de este evento es que Dios prohíbe a Israel el que entre ni amonita ni
moabita en la congregación de Jehová, ni hasta la décima generación de ellos.
Los
amonitas y los moabitas eran dos pueblos antiguos que, según la Biblia, eran
descendientes de Lot, sobrino de Abraham, a raíz de las relaciones que
sostuvieron sus hijas con él, después de que, huyendo de la destrucción de
Sodoma, creen no queda nadie más sobre la tierra.
Génesis
19
30 Pero Lot subió de Zoar y moró en el
monte, y sus dos hijas con él; porque tuvo miedo de quedarse en Zoar, y habitó
en una cueva él y sus dos hijas. 31 Entonces la
mayor dijo a la menor: Nuestro padre es viejo, y no queda varón en la tierra
que entre a nosotras conforme a la costumbre de toda la tierra. 32 Ven,
demos a beber vino a nuestro padre, y durmamos con él, y conservaremos de
nuestro padre descendencia. 33 Y dieron a beber
vino a su padre aquella noche, y entró la mayor, y durmió con su padre; mas él
no sintió cuándo se acostó ella, ni cuándo se levantó. 34 El
día siguiente, dijo la mayor a la menor: He aquí, yo dormí la noche pasada con
mi padre; démosle a beber vino también esta noche, y entra y duerme con él,
para que conservemos de nuestro padre descendencia. 35 Y
dieron a beber vino a su padre también aquella noche, y se levantó la menor, y
durmió con él; pero él no echó de ver cuándo se acostó ella, ni cuándo se
levantó. 36 Y las dos hijas de Lot concibieron de
su padre. 37 Y dio a luz la mayor un hijo, y llamó
su nombre Moab, el cual es padre de los moabitas hasta hoy. 38 La
menor también dio a luz un hijo, y llamó su nombre Ben-ammi, el cual es padre
de los amonitas hasta hoy.
Los amonitas se establecieron al noreste de Moab, mientras
que los moabitas ocuparon el territorio al este del Mar Muerto. Ambos pueblos,
como ya se vio, compartían un origen común y, aunque a veces eran vistos como
enemigos de los israelitas, también tenían lazos familiares lejanos
Pero
más allá de esta cuestión natural, hay comprensión espiritual subyacente.
Los
mandamientos que Dios dio a su pueblo como parte del pacto, eran siempre en un
contexto de libertad: Dios quiere lo mejor para nosotros, pero no puede obligar
a que lo aceptemos. De Esta forma, lo señalado por Deuteronomio 23:4, tanto de
manera natural como espiritual, debe entenderse en el contexto de la opción, la
decisión y la consecución. Veamos.
La
opción.
“Pero
la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios
había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de
todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los
árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio
del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis.
Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el
día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios,
sabiendo el bien y el mal”
Siguiendo
la línea de todo lo expresado hasta este momento, puede verse en esta parte del
relato como es que la decisión que posteriormente nuestros primeros padres
tomaría no estuvo exenta de la oportunidad de tomarla entre opciones mutuamente
excluyentes: una referida a obedecer a Dios, la otra referida a desobedecerle.
Lo
interesante del relato es ver la manera en que la opción que presentaba el
Enemigo, referida a desobedecer a Dios, era presentada. Si se analiza con
cuidado puede verse que lo dicho por el Enemigo no era totalmente una mentira,
tampoco era una verdad completa, sino que la manera en que la opción referida a
la desobediencia era presentada incluía de ambas, pero para poder presentar
esta argumentación le era menester generar un pretexto para ello, dicho
pretexto es generado con la pregunta capciosa de “¿conque Dios os ha dicho: No
comáis de todo árbol del huerto?”. Es más que evidente por el relato bíblico
que Dios no les prohibió a nuestros primeros padres comer de todo árbol del
huerto, al contrario: de todo árbol del huerto podían comer pero lo que sí hizo
Dios, y ya se comentó, es exhortar vehementemente a no comer del árbol de la
ciencia del bien y el mal, dejando a nuestros primeros padres la opción de
decidir.
Una
vez presentado el pretexto, el cual fungió de la misma forma que se usa un
anzuelo para atrapar a un pez, la mujer, en su respuesta, le dio las armas que
finalmente el Enemigo usaría para llevarla por el camino de la desobediencia:
“Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto
podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios:
No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis”. Véase lo disparejo del
enfrentamiento: un ser prácticamente inocente, la mujer, contra un ser mucho
más inteligente, el Enemigo. La mujer pretende corregir la observación del
Enemigo pero lo único que logra es darle las armas para usarlas en su contra.
“Entonces
la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que
comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el
bien y el mal”. Esta es la parte referida a la mentira mezclada con verdad, o a
la verdad mezclada con mentira, como quiera verse, que el Enemigo pone como
respuesta a la mujer, respuesta que incita su curiosidad y que, como es bien
sabido y como se verá más delante, llevan a tomar la decisión relativa a
desobedecer a Dios. En efecto, parte de la respuesta, referida a la verdad
contenida en la misma, es que los ojos de nuestros primeros padres serían
abiertos, como realmente sucedió, pero de igual forma la respuesta iba mezclada
con mentira pues señalando a Dios como mentiroso indicó que la muerte no sería
consecuencia de esa desobediencia, lo cual, como es bien sabido, no fue así.
Esta
es la manera en que el Enemigo trabaja siempre: primero inicia en cada uno una
aparente exposición de ideas sin un ánimo especial referido a la desobediencia
ya que es tan inteligente que no presentaría esto último abiertamente, el
problema no es ese sino que inicia cuando uno entabla relación con dichas ideas
mordiendo el anzuelo a manera del símil relativo a la pesca del pez. Una vez
mordido el anzuelo pasa a la presentación de argumentos, generalmente una
mezcla de verdades y mentiras para entonces y solo entonces presentar la opción
relativa a la desobediencia. Así siempre ha sido, así siempre será.
Repárese
en este punto de la relatoría, a la luz de lo dicho hasta ahorita, como es que
la información que presenta el Enemigo de igual forma puede ser introyectada en
nuestro código genético. Vuélvase a leer el relato de Génesis 3:1-7 y percátese
como es que lo que se conoce como la
tentación de nuestros primeros padres viene del exterior, del Enemigo, no forma
parte de su código genético, de hecho no puede pues el hombre, por lo dicho en
otros apartados de la presente obra, no puede crear nada, ni siquiera
información, pero sí puede acceder a ella, de esta forma en nuestros primeros
padres no estaba en sí la opción relativa a la desobediencia basada en los
argumentos expuestos sino que el Enemigo la presentó, de hecho, visto desde
esta forma, antes que la mujer comiera del fruto del árbol de la ciencia del
bien y el mal ya había comido, metafóricamente hablando, de la información que
el Enemigo había puesto a su alcance introyectándola en su código genético.
En
este punto hay que hacer una aclaración pues como se dijo que el hombre no
puede crear información sino sólo acceder a ella habrá quien, basado en la
experiencia personal, pueda indicar que esto no es así sino que, en la línea de
la desobediencia, muchos malos pensamientos, muchas malas emociones, tienen su
origen precisamente en uno, de hecho incluso podrá citar la Escritura que
señala que “del corazón vienen los malos…”. Y en efecto, tendrá razón, pero eso
no invalida lo dicho inicialmente. Veámoslo desde el punto de vista de nuestros
primeros padres y luego desde el punto de vista de cada uno.
Nuestros
primeros padres no tenían en sí la información relativa a las argumentaciones
que sustentarían la desobediencia, pero una vez introyectadas en su código
genético dicha información pasó a formar parte de ellos normando a partir de
ahí su vida, dicha vida estaría entonces regida lo mismo por la nueva
información que su experiencia les proporcionara que por la información que ya
estuviera contenida en su código genético, información que, al estar basada en
verdades con mentiras, o mentiras con verdades, como quiera verse, le
acarrearía aciertos y errores en la forma de alegrías y tristezas.
Desde
el punto de vista de cada uno pasa igual, uno llega al mundo prácticamente en
blanco –prácticamente pues en el código genético ya se viene con información recibida–, conforme la
experiencia lo va permitiendo a esa información se la agrega, de manera natural
e involuntaria, información percibida,
lo interesante es el tercer tipo de información que puede agregarse: la información contribuida, de esta forma
cada información que se va introyectando en el mismo con base en la experiencia
pasa a formar parte de nuestra esencia, de esta forma el hombre no crea
información pero sí accede a ella, ahora bien, él puede usar, manejar, combinar
esa información para generar otra que no necesariamente será nueva pero sí
diferente dando esa sensación de crear cuando no es así. Es como el panadero,
él no crea ninguno de los elementos que usa, pero los puede combinar de tal
forma que genere productos diversos los cuales solo mostrarían las infinitas
combinaciones de los materiales originales dando la impresión de creación
cuando más bien podríamos señalar que se trata de utilización.
La
decisión.
Una
vez que se establece la opción, como se comentó anteriormente, viene la parte
relativa a la decisión. Esa parte es enteramente personal y la misma se
sustenta en el libre albedrío. Si el Enemigo pudiera impeler a que alguien
tomara una decisión contraria a la voluntad de Dios, dicha decisión estaría
exenta de responsabilidades para quien así lo hiciere pues la misma no hubiera
sido tomada libremente. Es por eso que una vez presentada la opción de
desobediencia el Enemigo tiene que retirarse para que uno procese la
información nueva que es presentada, a la luz de la información que uno ya
tiene introyectada, y tome la decisión procedente.
“Y
vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos,
y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y
dio también a su marido, el cual comió así como ella”
Aquí
se muestran las tres fases del proceso interno que sigue a la tentación: la
opción no parece tan mala, “y vio la mujer que el árbol era bueno para comer”,
la opción comienza a ser aceptable, “y que era agradable a los ojos”, la opción
llega a ser deseable, “y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría”. EL
proceso es sutil pero eficiente si no se corta en alguno de sus puntos. Lo
ideal sería rechazar la tentación desde que el Enemigo pone los primeros
argumentos, desde que frente a uno pone la opción de la desobediencia,
“someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago
4:7), pero incluso en estas tres partes del proceso interno puede cortarse el
proceso, lo que si –y esto se aclara–, conforme se avance más y más en el
proceso será más difícil hacer esto, es como un incendio forestal: si cuando el
mismo se ha extendido unos cuantos metros será más fácil apagarlo que si se
deja se avance varias hectáreas. Ahora bien, si no logra detenerse dicho
proceso viene su culminación: “y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su
marido, el cual comió así como ella”. Como señala la Palabra: “Cuando alguno es
tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser
tentado por el mal, ni él tienta a nadie;
sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es
atraído y seducido. Entonces la
concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado,
siendo consumado, da a luz la muerte” (Santiago 1:13-15).
La
consecución.
Una
vez tomada la decisión, sea cual sea, lo que vienen son las consecuencias de la
misma. En el caso del camino de la obediencia reflejado siempre en las
bendiciones inherentes a ello, en el caso del camino de la desobediencia
referido siempre a las maldiciones que le son propias.
“Entonces
fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces
cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales”
De
esta forma nuestros primeros padres en efecto, accedieron a ese conocimiento
referido al bien y al mal, conocimiento imperfecto; imperfecto, primero, por
estar basado en mentiras mezcladas con verdades o verdades mezcladas con
mentiras, y segundo, por sustentarse en la finita experiencia humana para
avanzar a las infinitas verdades divinas a través del acierto y del error.
El
relato concluye con que en efecto los ojos de nuestros primeros padres les
fueron abiertos a ese conocimiento imperfecto y deficiente, pero ¿qué hay de la
otra parte, de lo que Dios les había advertido?, ¿la desobediencia les acarreó
muerte? “El total de los días que Adán vivió fue de novecientos treinta años, y murió” (Génesis 5:5).
Mucho
más puede decirse de eso que se conoce como la caída ya que es el origen mismo
de la experiencia humana, pero lo dicho hasta aquí es lo requerido por la
presente obra que busca llegar a eso que se conoce como la mente de Cristo.
En
ese sentido puede decirse que si bien seguimos poseyendo ese libre albedrío, la
opción que la humanidad ha optado, en la figura de nuestros primeros padres y
en la realidad de la propia existencia de cada uno, es que con base en la
propia experiencia basada en el acierto y el error, se ha optad por avanzar de
esta forma hacia las verdades divinas, con todo y todo esto puede usarse acorde
al plan de Dios a través de hacer trabajar en conformidad con esto con la información contribuida.
La
información contribuida es aquella
que requiere de nuestra voluntad para ser accesada al código genético, de esta
forma esta información se diferencia de la recibida—que no podemos interactuar
volitivamente con ella— o con la percibida —cuya interacción volitiva es
mínima—.
Mateo
16:26
Pues
¿qué provecho obtendrá un hombre si gana el mundo entero, pero pierde su alma?
O ¿qué dará un hombre a cambio de su alma?
Lucas
9:24
Porque
el que quiera salvar su vida, la perderá, pero el que pierda su vida por causa de
mí, ése la salvará.
La
información contribuida queda fuera
del rango de interacción del alma dado que requiere de aplicación volitiva,
consciente, intencionada, y por lo tanto sólo es posible de ser interactuada a
través del espíritu.
Gálatas
5:24
Pues
los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.
Cuando
en Deuteronomio 7:3 Dios dice a su pueblo “No casarse con ellos (Dt. 7:3)” [los
habitantes de las siete naciones cananeas], habla precisamente de esa
intransigencia, natural en aquel entonces, de no pactar de ninguna forma con
los pueblos que pudiesen desviar a Israel de la adoración verdadera; de igual
forma, de manera espiritual, a su iglesia establece las mismas condiciones a
efecto de no transigir con aquellas cosas que pudiesen desviar a los elegidos
de alcanzar las promesas dadas.
Gálatas
5
19 Y manifiestas son las obras de la
carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, 20 idolatría,
hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones,
herejías, 21 envidias, homicidios, borracheras,
orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya
os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino
de Dios.
1
Corintios 6
9 ¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino
de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni
los afeminados, ni los que se echan con varones, 10 ni
los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los
estafadores, heredarán el reino de Dios.
El
mandamiento contemplado en las leyes mosaicas de que un israelita no puede
casarse con un amonita o un moabita aunque se convierta, sigue vigente, más
espiritualizado, referido a no transigir con aquellas cosas que pudiesen
desviar a los elegidos de alcanzar las promesas dadas, conforme a la voluntad del Padre y para Su mayor gloria
en Cristo Jesús.

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