97. Todo el que toca una de las ocho especies de reptiles se vuelve ritualmente inmundo (Lv. 11:29-31)


 

“Y tendréis por inmundos a estos animales que se mueven sobre la tierra: la comadreja, el ratón, la rana según su especie, el erizo, el cocodrilo, el lagarto, la lagartija y el camaleón.  Estos tendréis por inmundos de entre los animales que se mueven, y cualquiera que los tocare cuando estuvieren muertos será inmundo hasta la noche”

 

Parte del pacto que Dios hizo con su pueblo incluía prescripciones relativas a diferenciar a aquellos animales que se consideraban aptos para consumo humano de aquellos que no lo eran. Sobre esto, y relativo a estos últimos, la palabra “inmundo” que se utiliza para señalarlos no implica ninguna cualidad negativa en sí mismos sino simple y sencillamente que no eran aptos para el consumo humano, de hecho la palabra inmundo quiere decir eso: no apto.

 

Para entender Levítico 11:29-31 que señala la inmundicia que uno se acarrea por tocar los cadáveres de aquellos animales que eran considerados inmundos hay que entender no solo la cuestión natural de aquella clasificación sino también su alcance espiritual.

 

Dado que las leyes dietéticas han estado y siguen estando vigentes, son válidas y por ende observables, quienes de alguna forma desean responder a las directrices dadas por Dios buscan su acatamiento, con todo y todo las normas alimenticias desarrolladas por el Pueblo de Israel devienen en una estricta interpretación literal de la Escritura, sobre todo del Antiguo Testamento, que no contempla lo que la misma dice de  “ata el testimonio, sella la ley entre mis discípulos” (Isaías 8:16), es decir, la comprensión testimonial neotestamentaria, ni tampoco que “lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual” (1 Corintios 15:46), de igual forma, como señala la Escritura respecto del Pueblo de Israel, “hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado.  Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos” (2 Corintios 3:14-15). De esta forma hay que tratar de llegar a una comprensión de la razón subyacente sobre la normativa referente a las leyes dietéticas, es decir, ¿para qué nos fueron dadas?

 

Esta pregunta no es menos importante pues dada nuestra naturaleza uno desea siempre entender todo y de esto no escapan las indicaciones que como normas Dios nos ha proporcionado, pero a diferencias de normas objetivas y claras, como los Diez Mandamientos, la cuestión de las leyes dietéticas parecen no tener un sentido del todo claro.

 

Para subsanar esto muchos han tratado de buscar argumentos que permitan entender por qué Dios estableció para la raza humana normas relativas a lo que es apto para su consumo como alimentos de aquellos que no lo es. Dado que la alimentación busca primariamente proporcionarnos aquellos requerimientos nutricionales para poder vivir, muchos encontraron ciertas similitudes respecto a esto con relación a los animales permitidos.

 

Vieron, por ejemplo, que el que los animales terrestres que rumian les permite extraer más eficientemente nutrimentos de aquello con lo que se alimentan, de igual forma observaron que aquellos que también tienen la pezuña hendida se alimentan a su vez de hierba lo cual garantiza inocuidad en lo que ingieren, en contraste aquellos que no rumian no extraen de manera más eficiente los nutrientes de sus alimentos y si no reúnen el requisito de la pezuña hendida generalmente en su alimentación también incorporan desechos lo cual no garantiza inocuidad en lo que consumen.

 

Siguiendo el mismo razonamiento se observó que en cuanto a los animales de agua, los peces con escamas y aletas se alimentan más sanamente que aquellos seres marinos que no tienen estas características y que se alimentan de carroña o desperdicios,

 

De igual forma a lo anterior se observó que en el caso de los animales de aire tanto aves como insectos, los primeros, no se da una característica sino una relación de aves inmundas, mientras que en los segundos se aclara que los insectos alados que además de sus cuatro patas tengan coyunturas para saltar podrán comerse, pero en ambos casos los animales de aire no permitidos tienen una característica general de ser carroñeros o alimentarse de basura, de desperdicios.

 

La anteriores observaciones llevaron a muchos a deducir a lo largo de la historia que la razón principal por la que Dios había dado una normatividad relativa a los alimentos aptos para consumo humano de aquello que no lo son tenía su principal referente en los beneficios que dicha alimentación conseguía para el ser humano, pero esta idea tiene sus inconsistencias, de hecho cuatro.

 

La primer inconsistencia  es que si a alimentación sana se refiere, mayor énfasis hay en ello si uno sigue una dieta vegetariana, así que la cuestión de las leyes dietéticas no pueden ser exclusivamente para proveer la mejor alimentación pues si así fuese se quedarían cortas.

 

La segunda inconsistencia es que una dieta Kosher no garantiza para nada una alimentación saludable, sino que simplemente se están cumpliendo las regulaciones escriturales relativas a las leyes dietéticas. Por ejemplo, una hamburguesa puede ser 100% Kosher: carne de res, pan de acuerdo a la norma, lo mismo que los aderezos, de igual forma un refresco de cola puede ser, y de hecho es, 100% Kosher, pero ¿qué pasaría si uno desayuna, come y cena una hamburguesa, o dos, con su respecto refresco de cola? En poco tiempo uno podría comenzar a tener problemas de salud sea en la forma de sobrepeso, hipertensión, triglicéridos por las nubes  o glucosa alta, así que el ceñirse a una dieta escrituralmente correcta tampoco garantiza una alimentación saludable.

 

Un tercer inconsistencia, nutricionalmente hablando, es que en estricto sentido  el consumir con moderación un alimento escrituralmente no apto para consumo humano no pone en riesgo la salud, por ejemplo consumir camarones bien cocidos una vez al mes, de hecho haría más daño comer, como el ejemplo manejado anteriormente, una hamburguesa con refresco de cola diariamente, por más Kosher que se maneje, que una orden de camarones bien cocidos al mes.

 

Y por último, la cuarto inconsistencia es que de igual forma muchos de los alimentos considerados escrituralmente no aptos para ser usados como alimentos han resultado, gracias a las técnicas actuales de producción, incluso mejores que aquellos alimentos permitidos por la Escritura, ejemplo de esto el cerdo el cual se ha demostrado que siguiendo una alimentación y cuidados como los que se dan en una graja certificada, da como resultado carne más magra, con mayores proteínas y con menos ácido úrico que una carne de res de una granja tradicional.

 

Así que la argumentación generalmente esgrimida en el sentido nutricional de las leyes dietéticas, si bien tienen algo de razón, no permiten entender del todo la razón de las mismas.

 

Pretender entender la razón de las leyes dietéticas desde el punto de vista nutrimental es mantenerse en un nivel material de las mismas, pero ¿es que hay otro nivel de entendimiento?, alguien podrá preguntar.

 

Como ya se comentó, la Escritura nos señala que “lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual” (1 Corintios 15:46), de igual forma proféticamente se decía en las escrituras hebreas, el Antiguo Testamento,  “ata el testimonio, sella la ley entre mis discípulos” (Isaías 8:16), es así con el advenimiento de Cristo y el establecimiento de Su iglesia, uno debe buscar entre Sus discípulos, es decir, en las escrituras griegas, el Nuevo Testamento, ese testimonio que nos permita entender lo espiritual que está fundamentado en lo terrenal.

 

Las leyes mosaicas, que aunque incluían las leyes dietéticas estás no formaban parte de aquellas al ser preexistentes a las mismas, al contener la sombra de los bienes futuros (Hebreos 10:1), pueden ser entendidas en extensión y profundidad una vez venida la promesa (Gálatas 3:19), atado el testimonio, sellada a ley, entre los discípulos de Jesús  al inicio de la iglesia (Isaías 8:16) y entendiendo que lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual (1 Corintios 15:46).

 

Sobre el tema de los alimentos aptos para consumo humano según la Escritura, quedarnos en la cuestión nutrimental de ello, aunque existan fundamento en ello, es mantenernos en el nivel animal sin pasar al nivel espiritual  (1 Corintios 15:46),  así que la pregunta válida es ¿cuál es la razón subyacente, espiritual, de la normativa relativa a las leyes dietéticas?

 

Es realmente asombroso como es que la Escritura presenta la información de tal forma que sirva para nuestra edificación, siendo que en este caso específico se va entregando información que permite ir avanzando poco a poco en el entendimiento.

 

Como ya se comentó, la normativa de los animales de tierra es muy clara y detallada, señala claramente que los animales que son aptos para consumo son aquellos son aquellos que rumian y que tienen la pezuña hendida, y como si de una primera lección formativa se tratase incluso da ejemplo de ello señalando claramente como identificar e incluso como diferenciar.

 

Ya luego en lo de los peces sólo señala que tengan escamas y aletas, no es tan detallada la explicación como en el caso de los animales de tierra, pero lo comentado al respecto de estos últimos sirve para entender lo que sobre los animales de agua se presenta.

 

Por último, respecto de los animales de aire, en el caso de las aves ya ni siquiera da características sino una relación de aquellos que no son aptos para consumo humano, pero en el entendido de la construcción paulatina del conocimiento previo, lo dicho para los animales de tierra y los animales de agua debe servir para entender esto; de igual forma la mención relativa a los insectos permite un cierre comprensivo de todo lo mencionado anteriormente al señalarles las extremidades saltarinas requeridas para ser considerados aptos para consumo.

 

De nueva cuenta considerando todo esto, ¿cuál es la razón subyacente, espiritual, de la normativa relativa a las leyes dietéticas?

 

Vayamos por partes.

 

Animales de tierra. Las características para que los animales de tierra fueran considerados aptos para consumo humano es que rumien y que tengan la pezuña hendida, lo primero tiene que ver, obvio, con la manera que tienen de alimentarse y lo segundo, también obvio, con la forma que tienen de caminar, ¿qué puede significar esto para el cristiano?

 

Como se mencionó antes, y se repetirá tantas veces como sea necesario pues es importante tenerlo siempre en mente, la Escritura nos señala que “lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual” (1 Corintios 15:46), de igual forma proféticamente se decía en las escrituras hebreas, el Antiguo Testamento,  “ata el testimonio, sella la ley entre mis discípulos” (Isaías 8:16), es así con el advenimiento de Cristo y el establecimiento de Su iglesia, uno debe buscar entre Sus discípulos, es decir, en las escrituras griegas, el Nuevo Testamento, ese testimonio que nos permita entender lo espiritual que está fundamentado en lo terrenal.

 

Rumiar. Con todo lo dicho anteriormente, ¿qué significa el rumiar, como característica referida al alimentarse, y el tener la pezuña hendida, como característica referida al caminar, para el cristiano?

 

Vamos viendo, ¿cómo se alimenta un cristiano como tal?, ¿cuál es su alimento?, sí, claro, con la comida material cotidiana, pero ¿es es todo? “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4; Deuteronomio 8:3). Así tenemos que la manera de alimentarse del cristiano, quien de la Palabra de Dios hace su principal alimento, debe ser igual a la manera de alimentarse de los animales de tierra: rumiando.

 

Uno es lo que come, dice un dicho popular, y en efecto esto es así, tanto en el plano materia, emocional, mental y espiritual, de igual forma la Escritura incorpora este principio. Nadie pretendería que comer la carne de Cristo o beber Su sangre (Juan 6:51-57)  implique efectivamente el consumirlo de manera material, sino el de volverse uno con Él, por Él y para Él, pero el simbolismo implícito en ello es muy fuerte, claro y contundente. Por eso de igual forma en Revelación 17:16 se menciona que los diez reyes de los últimos tiempos comerán la carne de la ramera, la iglesia apóstata, que implica que se harán como ella en el sentido de que el poder secular comenzará a legislar como nunca lo hizo antes en cuestiones morales y éticas dejándola desnuda, es decir, sin la autoridad religiosa para impedir ello.

 

Los animales que rumian se alientan de pasto, de plantas, a diferencia de los que no rumian que se alimentan de desperdicios o de carroña, ahí el primer simbolismo de que el alimento debe ser vivo, sano, puro, a diferencia del desperdicio que es sucio o de la carroña que está muerta. Sobre esto, y relacionado con la vida del cristiano?, ¿qué es lo que está vivo, que es lo que le da vida? “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4), “porque la palabra de Dios es viva y eficaz” (Hebreos 4:12), siendo que “el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz” (Romanos 8:6). Así que el alimento de los animales que rumian vivo, sano, puro, representa para el cristiano las características del principal alimento del cual él obtiene vida: la Palabra de Dios.

 

En cuanto a la manera que tienen estos animales de alimentarse rumiando, el alimentarse de animales que tengan esa manera de comer implica ese simbolismo de uno de igual forma ser como ellos a la hora de alimentarnos, ahora bien, ese alimento en la vida del cristiano como tal, como se mencionó,  se refiere a la Palabra de Dios la cual debe ser rumiada, es decir masticar una y otra vez las Escritura para, al igual que el fin del rumiar en los animales de tierra, sacar toda la riqueza que la misma tiene.

 

Eso está muy bien, pero ¿menciona la Escritura ese rumiar la Palabra como parte de la manera en que un cristiano debe alimentarse?

 

Deuteronomio 6:7

y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.

 

Deuteronomio 11:19

Y enseñadlas a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.

 

Deuteronomio 31:11

cuando viniere todo Israel a presentarse delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere, leerás esta ley delante de todo Israel a oídos de ellos.

 

Deuteronomio 17:19

y lo tendrá consigo [libro con copia de la Ley], y leerá en él todos los días de su vida, para que aprenda a temer a Jehová su Dios, para guardar todas las palabras de esta ley y estos estatutos, para ponerlos por obra;

 

Josué 1:8

Este libro de la ley no se apartará de tu boca, sino que meditarás en él día y noche, para que cuides de hacer todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino y tendrás éxito.

 

Salmos 1:2

Antes en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche.

 

Salmos 63:6

Cuando en mi lecho me acuerdo de Ti, En Ti medito durante las vigilias de la noche

 

Salmos 119:15-17

Meditaré en tus preceptos, y consideraré tus caminos. Me deleitaré en tus estatutos, y no olvidaré tu palabra. ¡Cuánto amo tu ley! Todo el día es ella mi meditación.

 

1 Tesalonicenses 5:21

Examinadlo todo; retened lo bueno

 

1 Timoteo 4:13, 15

Entretanto que llego, ocúpate en la lectura [de las Escrituras], la exhortación y la enseñanza... Medita estas cosas; ocúpate en ellas; para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos.

 

A lo largo de la Escritura la instrucción al que forma parte del Pueblo de Dios es a leer, estudiar, meditar constantemente sobre la palabra de Dios con el fin de ser ser enseñados, redargüidos, corregidos  e instruidos (2 Timoteo 3:17), este no se da de un momento a otro sino que es un proceso que dura toda una vida ya que  el Padre está formando a Cristo en nosotros (Gálatas 4:19), siendo que Él la llevará a término como la pensó (Filipenses 1:6), hasta alcanzar la estatura perfecta de Cristo (Efesios 4:13), mientras tanto Él nos dice "bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad (2 Corintios 12:9).

 

Es así como el alimentarse de animales que rumian es el indicativo de llegar a ser como ellos en el sentido espiritual de alimentarse de la Palabra de Dios viva, sana, pura,  leyéndola, estudiándola, meditándola constantemente.

 

 

Pezuña hendida.  Así como el rumiar tenía que ver con la manera de alimentarse, la pezuña hendida tiene que ver con el caminar, en ese sentido ¿cómo debe ser el caminar del cristiano? Dios nos pide que caminemos delante de Él y seamos perfectos (Génesis 17:1), para ser perfectos la Escritura, como ya se ha comentado nos sirve “para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”  (2 Timoteo 3:16-17), de igual forma Jesús aclara que “no todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21-23), y Pablo escribiendo a los Romanos señala que “no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los que cumplen la ley, ésos serán justificados” (Romanos 2:13), es así como el andar del cristiano es con pezuña hendida: la fe y las obras, por eso Revelación define a los santos como aquellos que “que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Revelación 14:12).

 

Pero obre esto no basta o el tener fe o el tener obra, ambas son requeridas.

 

Sobre la fe la Escritura es muy clara al señalar que “sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6), en palabras de Jesús se nos dice que “El que cree en Él [en el Hijo de Dios] no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios” (Juan 3:18,19), en este sentido “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión significan nada, sino la fe que obra por amor” (Gálatas 5:6).

 

Pero de igual forma las obras son requeridas, sobre esto Santiago es muy claro al señalar que incluso los demonios tienen fe pero esta no les sirve para salvación, “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan” (Santiago 2:19), por eso en el versículo inmediato a este señala “Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras” (v. 18), y extendiéndose sobre este tema expone “Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?  Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día,  y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha?  Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma” (Santiago 2:14-17), es así como las obras nos son requeridas como expresión viva de nuestra fe.

 

Aquí la primera dualidad de la pezuña hendida, que nuestro andar por el Camino sea por medio de la fe y de las obras, es decir, por medio de la fe en Jesús y de los guardar los mandamientos del Padre (Revelación 14:12).

 

Pero esta no es el único simbolismo relacionado con la dualidad que debemos imprimir en nuestro paso, existe otra relacionada por un lado con los dones del Espíritu y por otro con los frutos del Espíritu, ambos relacionados con lo anteriormente visto relacionado con la fe y la obras. Esto es interesante ya que los dones son dados, mientras que los frutos uno debe producirlos a través del trabajo, del esfuerzo, del hacer. Así que la pezuña hendida, relacionado con esto, nos indica, por un lado los dones que del Espíritu se nos dan: sabiduría, conocimiento, fe,  sanidad, milagros,  profecía, discernimiento,  lenguas e interpretación (1 Corintios 12:8-11), y por otro lado los frutos del Espíritu que poniendo a trabajar aquellos dones e imprimiendo en ello nuestro esfuerzo generamos: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio propio (Gálatas 5:22-23).

 

Es así como el simbolismo subyacente sobre la pezuña hendida de los animales que la Escritura considera aptos para consumo humano tiene que ver con ese andar del cristiano aunado a la fe y las obras así como a los dones y a los frutos del Espíritu.

 

Es interesante notar que en esta primer categoría que la Escritura presenta se sientan las bases para entender las subsecuentes, las cuales tienden a ampliar en extensión o profundidad los conceptos espirituales vertidos anteriormente relacionados con el comer y con el andar, es por ello que esta primer categoría se habla a detalle precisamente de lo que debe de llegar a comprenderse como base para el resto de las categorías de animales aptos para consumo humano y sus características.

 

En este sentido puede verse que no sólo se dan especificaciones en cuanto a los animales de tierra aptos para consumo humano sino que incluso se dan ejemplos aclarando cuáles si pueden comerse y cuáles no. Los versículos del 4 al 7 señalan a manera de ejemplo aquellos animales de tierra que bien pueden poseer una de las dos características dadas para identificar a aquellos aptos para consumo humano, pero que al no poseer las dos son descartadas para ello. Esto es significativo ya que implica la reprobación que hace la Escritura de aquellos que diciendo ser cristianos sólo presentan una de las dos características que deberían mostrar en su vida ya que o rumian o andan con la pezuña hendida, espiritualmente hablando, pero no las dos cosas.

 

Como ya se comentó se requiere de ambas cosas en la vida del cristiano: el alimentarse sanamente tomando como principal comida la Escritura, rumiando su contenido, es decir, leyéndola, estudiándola, meditándola una y otra vez, y el caminar en fe y en obras, en dones y en frutos. De igual forma, como también ya se vio, la Escritura reprueba a aquellos que leen, estudian, meditan la Escritura  una y otra vez pero no la ponen por obra (Romanos 2:13-15), o a aquellos que obran incluso milagros pero su falta de conocimiento los aleja de lo esperado por Dios de ellos (Mateo 7:22-23). Se requiere de ambas cosas, de otra forma uno caería en la categoría de aquellos animales que presentan una característica, no las dos, y por ello son declarados impuros.

 

De esta forma la primer categoría de animales aptos para consumo humano, los de tierra, con la información relativa al rumiar, la manera de alimentarse, y a su pezuña hendida, la forma de caminar, tienen un referente relacionado con el leer, estudiar, meditar de manera constate sobre la Palabra de Dios mientras se avanza por el Camino mediante la fe y las obras y los dones y los frutos del Espíritu. Quenado esto claro las siguientes clasificaciones de animales aptos para consumo humano no pueden ir en contra de esta enseñanza, cuando mucho reiterarla o agregar mayor entendimiento. Veamos.

 

 

Animales de agua. La siguiente clasificación de animales aptos para consumo humano son los de aquellos de agua, es decir los peces, siempre y cuando tengan escamas y aletas. De nueva cuenta, como se mencionó, es asombroso como la misma Escritura va enseñando paulatinamente sobre un tema, y sobre esto podemos ver que de nuevo hay dos características sobre los animales de agua aptos para consumo humano. Que tengas escamas y que posean aletas.

 

Aletas. Si vemos las características que se dieron en la primer categoría, la de los animales de tierra, a saber: el rumiar y la pezuña hendida, y si comenzamos por lo que es más obvio y evidente, tendremos que relacionar la pezuña hendida, la forma de caminar de los animales de tierra aptos para consumo humano, con las aletas que le sirven para lo mismo a los animales de agua, los peces, es decir, con ellas se desplazan hacia donde quieren ir.

 

Sobre esto de nueva cuenta vemos la dualidad: los peces tienen dos aletas para desplazarse mientras que los animales de tierra tienen pezuña hendida para caminar.

 

En este punto podemos ver cómo es que la Escritura es reiterativa respecto de la dualidad que debe acompañar el andar del cristiano: avanzar por el Camino mediante la fe y las obras y los dones y los frutos del Espíritu, dado que ya se comentó esto en la categoría anterior no se comentará más al respecto.

 

Escamas. Ahora bien, las aletas pueden ser relacionadas de manera muy clara con la pezuña hendida, pero ¿y las escamas?

 

Si seguimos la comprensión que de la Escritura recibimos tendría necesariamente que relacionarse con la manera de comer, pero ¿qué tiene que ver las escamas con la manera de comer? De nueva cuenta podemos tener el referente animal para poder luego pasar al referente espiritual y ver, al igual que en la cuestión de las aletas, que en este caso la Escritura de igual forma es reiterativa, ¿por qué? por qué los peces que presentan aletas y escamas se alimentan de plantas acuáticas, a diferencia de los que no presentan estas características que o son predadores (matan), o son carroñeros (se alimentan de seres muertos) o se alimentan de desperdicios.

 

Con este entendimiento animal pasamos al espiritual y vemos, como se comentó, que en este punto la Escritura es reiterativa en el sentido de alimentarse de la Palabra de Dios viva, sana, pura, no de aquello que genere muerte o que sea basura, desperdicios. Ahora bien, aunque reiterativa la Escritura agrega un alimento nuevo: no sean como los peces predadores que matan, espiritualmente entonces el cristiano debe ser ejemplo de vida, sobre esto la Palabra de Dios señala  “así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:16), y si seguimos el hilo conductor de esa admonición recordaremos las palabras previas de Jesús cuando exhortaba a Sus discípulos, y en la figura de ellos a los discípulos de todos los tiempos, “»Ustedes son la sal de este mundo. Pero si la sal deja de estar salada, ¿cómo podrá recobrar su sabor? Ya no sirve para nada, así que se la tira a la calle y la gente la pisotea. »Ustedes son la luz de este mundo. Una ciudad en lo alto de un cerro no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para ponerla bajo un cajón; antes bien, se la pone en alto para que alumbre a todos los que están en la casa” (Mateo 5:13-16)

 

De esta forma, si bien el rumiar y la pezuña hendida de los animales de tierra señalaban características particulares que el cristiano debe mostrar en su vida, la enseñanza sobre los peces, si bien es reiterativa, en el sentido espiritual, en cuanto a las características de los animales de tierra, agrega el testimonio que ante los hombres el cristiano debe dar, haciendo todo buscando agradar a Dios, “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31).

 

 

Animales de aire. Pasando ahora a los animales de aire, las aves, vemos, como ya se comentó, que a diferencia de los animales de tierra y los animales de agua, aquí no se dan características sino un listado de aves no aptas para consumo humano, pero al analizarlas de manera animal, para posteriormente pasar a lo espiritual, puede identificarse lo siguiente:

 

Lo primero que salta a la vista es que la relación de aves inmundas se refiere en su generalidad a aves de rapiña, es decir o que matan a otros seres vivos para comer o bien que se alimentan de desperdicios. Lo segundo, en cuanto a su fisonomía, es las aves que no están en la relación escritural de inmundas tienen alargado el dedo delantero de en medio y un dedo trasero y extienden los dedos de las patas de tal manera que los tres del frente quedan sobre un lado de la rama en que se posan y el dedo trasero sobre el otro lado. Lo tercero es que  tienen buche (que es un filtro natural y permite que la carne no quede contaminada con las toxinas que se consumen) y tienen molleja con doble revestimiento que puede separarse fácilmente.

 

Partiendo del conocimiento que escrituralmente se ha ido acumulando, podemos a simple vista ver que estas características que se presentan en las aves aptas para consumo humano de aquellas que no lo son, son reiterativas de lo comentado anteriormente para los animales tierra y los animales de agua y tienen que ver con su manera de andar y con la forma de alimentarse.

 

El andar. En cuanto a la manera de andar, la dos patas retoman el significado de la pezuña hendida de los animales de tierra y de las dos aletas de los animales de agua, pero adicionalmente agregan la imagen propia de los animales de aire aptos para consumo humano: que sus extremidades están hechas para caminar, y caminar específicamente hacia adelante, a diferencia de los animales de rapiña que están hechas para matar o para hurgar en los desperdicios.

 

¿Qué nos dice la Escritura sobre el caminar que debe presentar el cristiano en su vida?

 

Proverbios 14:12

Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte

 

Proverbios 4:18

Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto.

 

Salmos 119:105

Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.

 

Salmo 56:13

Porque me has librado de la muerte, y mis pies de la caída, para que ande delante de Dios en la luz de la vida

 

Salmo 89:15

Dichosos los que saben aclamarte, que andan en la luz de tu rostro, Señor

 

Isaías 2:5

Venid, hijos de Jacob, caminemos a la luz del Señor

 

Juan 12:35-36

Entonces Jesús les dijo: Aún por un poco está la luz entre vosotros; andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va. Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz

 

1 Juan 1: 7

Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado

 

El alimentarse. Ahora bien, en cuanto al buche y la molleja, relacionados con la forma de comer, vemos de nueva cuenta lo reiterativo de la Escritura en cuanto a la enseñanza previa entregada pues estas características, propias de la aves consideradas aptas para consumo humano, sirve lo mismo que el rumiar en los animales de tierra: para procesar, mascar, moler una y otra vez las semillas de las que se alimentan.

 

Y sobre este punto, es decir, el de que el principal alimento para el que están diseñadas las aves aptas para consumo humano,  a saber: las semillas,  ¿qué nos dice la Escritura?

 

Mateo 13:31-32

Les contó otra parábola: «El reino de los cielos es como un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo.  Aunque es la más pequeña de todas las semillas, cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en árbol, de modo que vienen las aves y anidan en sus ramas».

 

Marcos 4:26-29

Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra;  y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo.  Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga;  y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado.

 

Mateo 13:24-30

Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo;  pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.  Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña.  Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña?  El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?  El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo.  Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.

 

Lucas 8:4-15

De cada pueblo salía gente para ver a Jesús y, cuando se reunió una gran multitud, él les contó esta parábola:  «Un sembrador salió a sembrar. Al esparcir la semilla, una parte cayó junto al camino; fue pisoteada, y los pájaros se la comieron.  Otra parte cayó sobre las piedras y, cuando brotó, las plantas se secaron por falta de humedad.  Otra parte cayó entre espinos que, al crecer junto con la semilla, la ahogaron.  Pero otra parte cayó en buen terreno; así que brotó y produjo una cosecha del ciento por uno».  Dicho esto, exclamó: «El que tenga oídos para oír, que oiga». Sus discípulos le preguntaron cuál era el significado de esta parábola.  «A ustedes se les ha concedido que conozcan los secretos del reino de Dios —les contestó—; pero a los demás se les habla por medio de parábolas para que »“aunque miren, no vean; aunque oigan, no entiendan”.  »Este es el significado de la parábola: La semilla es la palabra de Dios. Los que están junto al camino son los que oyen, pero luego viene el diablo y les quita la palabra del corazón, no sea que crean y se salven.  Los que están sobre las piedras son los que reciben la palabra con alegría cuando la oyen, pero no tienen raíz. Estos creen por algún tiempo, pero se apartan cuando llega la prueba. La parte que cayó entre espinos son los que oyen, pero, con el correr del tiempo, los ahogan las preocupaciones, las riquezas y los placeres de esta vida, y no maduran. Pero la parte que cayó en buen terreno son los que oyen la palabra con corazón noble y bueno, y la retienen; y, como perseveran, producen una buena cosecha.

 

Es así como los referentes de la Escritura relacionados con semillas buenas, de las cuales se alimentan las aves consideradas aptas para el consumo humano pasan por el trabajo que en nosotros hace la Palabra de Dios preparándonos para el Reino Venidero.

 

Lo último a comentar, respecto de los animales de aire, es lo primero que se vio al repasar la lista de aves inmundas: que eran carroñeras o se alimentaban de desperdicios, de nueva cuenta esto tiene el referente, respecto de las aves consideradas aptas para el consumo humano: que el alimento de estas aves aptas para consumo humano, a diferencia de las inmundas, es vivo, sano, puro, lo cual, como ya se vio en la otras categorías, representa para el cristiano las características del principal alimento del cual él obtiene vida: la Palabra de Dios.

 

Es así como de nueva cuenta, en cuanto a la forma de caminar y la manera de alimentarse de las aves consideradas aptas para consumo humano, retoma lo señalado de manera acumulativa para los animales de tierra y los animales de agua agregando de igual forma mayor comprensión en ello.

 

 

Insectos. Por último tenemos a los insectos de los cuales los permitidos, tal como se señala, aparte de sus patas para caminar y las alas para volar deben tener dos extremidades adicionales que les permita saltar.

 

A estas alturas podemos ver, dado lo reiterativo en las categorías anteriores que la Escritura fue presentando relativo a la forma de caminar y la manera de comer, que de nueva cuenta en el caso de los insectos nos remite a aquellos que se alimentan de plantas vivas, mientras que los insectos que no presentan estas características son por lo general carroñeros o se alimentan de desperdicios.

 

Esta imagen nos remite a lo anteriormente explicado el sentido espiritual respecto de  alimentarse de la Palabra de Dios viva, sana, pura.

 

En cuanto a la característica adicional que presenta la Escritura, las dos extremidades que le sirven a los insectos aptos para consumo humano para saltar, la referencia a la dualidad que ya se ha comentado anteriormente, fe y obras y dones y frutos del Espíritu, es clara, de igual forma retoma lo de las aves ya que las extremidades de estos insectos están configuradas para darles un impulso hacia adelante.

 

Pero de igual forma se agrega información adicional ya que el saltar, escrituralmente y relacionado con la vida del cristiano, implica decisión en la vida, avance constante y decido, el ir de triunfo en triunfo

 

Salmos 18:29

Pues por ti he desbaratado ejércitos; y por mi Dios he saltado sobre muros

 

Salmos 18:33

El hace mis pies como de ciervas [las cuales corren saltando], y me afirma en mis alturas.

 

Malaquías 4:2

Más para vosotros que teméis mi nombre, se levantará el sol de justicia con la salud en sus alas; y saldréis y saltaréis como terneros del establo.

 

Lucas 6:23

Alegraos en ese día y saltad [de gozo] porque he aquí, vuestra recompensa es grande en el cielo, pues sus padres trataban de la misma manera a los profetas.

 

Isaías 35:6

El cojo entonces saltará como un ciervo, y la lengua del mudo gritará de júbilo, porque aguas brotarán en el desierto y arroyos en el Arabá.

 

Es así como en el caso de los insectos, la manera de alimentarse y la forma de caminar retoman lo comentado para las categorías anteriores agregando el impulso adicional que el Espíritu Santo de Dios imprime en el andar por el Camino del cristiano.

 

 

Como conclusión previa de esto relativo a las leyes dietéticas puede señalarse que si bien aún hay mucha enseñanza, animal y espiritual, relativa a los alimentos aptos para consumo humano de aquellos que escrituralmente se consideran inmundos, lo principal es que esta normativa sigue vigente ya que no pertenece a las leyes por Dios añadidas sino que forman parte de una legislación que deviene desde los principios de la humanidad, además de que las citas neotestamentarias confirman esta vigencia.

 

Ahora bien, en cuanto a instrucción el hilo conductor de las cuatro categorías de animales aptos para consumo humano de aquellos que no lo son tiene que ver de manera general con la manera de alimentarse así como la forma de caminar, lo cual tienen un referente respectivamente relacionado con el leer, estudiar, meditar de manera constate sobre la Palabra de Dios mientras se avanza por el Camino mediante la fe y las obras y los dones y los frutos del Espíritu, considerando el testimonio que ante los hombres el cristiano debe dar, haciendo todo buscando agradar a Dios, dejando que la Palabra de Dios nos prepare para el Reino Venidero mediante el impulso adicional que el Espíritu Santo de Dios imprime en el andar por el Camino del cristiano.

 

 

Para terminar este apartado van dos comentarios adicionales finales.

 

 

El primer comentario es una extensión hacia con quienes nos relacionamos de los principios anteriormente estudiados. Si bien el peso de lo comentado anteriormente para todas las categorías de animales aptos para consumo humano, referidas al comer y al andar y entendidas en su sentido espiritual, fue de índole personal, es decir, aplicable a cada uno de los llamados, esa explicación se extiende por obvias razone hacia las personas con quienes uno se relaciona.

 

La iglesia de Dios no es excluyente, de hecho, tal como el Padre, no hace acepción de personas (Hechos 10:34; Romanos 2:11; Gálatas 2:6; Efesios 6:9), siguiendo el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo así como de la iglesia neotestamentaria uno se relaciona con personas que no necesariamente son de la fe, esta situación fue prevista por Jesús quien si bien señalaba que sus seguidores no eran de este mundo, como Él no lo era, no pedía al Padre los sacara de aquí sino que los cuidara del Maligno (Juan 17:15-16).

 

En este orden de ideas, aunado a lo dicho anteriormente, uno debe prestar atención a las personas con las que se relaciona buscando estas también coman y caminen, espiritualmente hablando, como los animales aptos para consumo humano, esto para que la edificación de la relación pueda darse. Cristo mismo nos previno al señalar “yo os envío como ovejas en medio de lobos; por tanto, sed astutos como las serpientes e inocentes como las palomas” (Mateo 10:16), de igual forma Pablo escribiendo a los Corintios les decía “No os dejéis engañar: “Las malas compañías corrompen las buenas costumbres”” (1 Corintios 15:33).

 

En ese sentido sería muy iluso pensar que uno puede hacer lo que le corresponde para cumplir de manera material las leyes dietéticas así como de cumplir lo que las mismas indican de manera espiritual, pero relacionarse de manera íntima, personal, profunda con quienes no comen ni caminan como los llamados, y pretender que de esa forma será edificado: “Todo me es lícito, mas no todo conviene: todo me es lícito, mas no todo edifica” (1 Corintios 10:23).

 

De  nueva cuenta: sin discriminación, sin exclusivismos, sin prejuiciar, uno debe ejercer discernimiento para saber en las relaciones sociales qué conviene y qué no, que edifica y qué no, qué es acorde a lo que se espera de uno –perfección y santidad- y qué no, y en función de eso, aparte de uno comer y caminar, espiritualmente hablando, como se espera de nosotros, buscar la compañía de quienes compartan la misma alimentación y el mismo andar para la edificación mutua.

 

El segundo comentario es relativo a lo adicionado que dejó de tener vigencia, validez y por lo tanto observancia.

 

Como puede verse en la Escritura, previo a los pactos abrahamánicos y las leyes mosaicas, ya existía una normativa respecto de los animales aptos para consumo humano, llamados limpios, respecto de aquellos que no lo eran, considerados impuros (Génesis 7:2). Las leyes mosaicas, a través de la caracterización de ellos  permitieron entender a qué tipo de animales hacían referencia esas normativas alimenticias previas a  los pactos abrahamánicos y las leyes mosaicas, pero de igual forma adicionaron mucha regulaciones más señaladas en Levítico 11: cualquiera que tocare sus cuerpos muertos [de los animales inmundos] será inmundo hasta la noche (versículo 24), cualquiera que llevare algo de sus cadáveres lavará sus vestidos, y será inmundo hasta la noche (versículo 25), cualquiera que llevare algo de sus cadáveres lavará sus vestidos, y será inmundo hasta la noche (versículo 32), etcétera, prácticamente del versículo 24 hasta el 40 son indicaciones adicionadas respecto de las formas de conducirse con relación a los animales inmundos más allá de la alimentación.

 

Con esta comprensión puede de nuevo abordarse Levítico 11:8, 24 y entender el porqué de lo ahí señalado: “De la carne de ellos no comeréis, ni tocaréis su cuerpo muerto; los tendréis por inmundos […] Y por estas cosas seréis inmundos; cualquiera que tocare sus cuerpos muertos será inmundo hasta la noche”.

 

Como ya se comentó, las verdades subyacente relativas a las leyes dietéticas sobre los animales aptos para consumo humano tienen que ver de manera general con la manera de alimentarse así como la forma de caminar, lo cual tienen un referente respectivamente relacionado con el leer, estudiar, meditar de manera constate sobre la Palabra de Dios mientras se avanza por el Camino mediante la fe y las obras y los dones y los frutos del Espíritu, considerando el testimonio que ante los hombres el cristiano debe dar, haciendo todo buscando agradar a Dios, dejando que la Palabra de Dios nos prepare para el Reino Venidero mediante el impulso adicional que el Espíritu Santo de Dios imprime en el andar por el Camino del cristiano.

 

De esta forma, la prohibición relativa a los animales inmundos se entiende relativa a no alimentarse ni caminar como aquellas personas que viven alejadas de la verdad, como dice Pablo, “[…] os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis” (1 Corintios 5:11), pero la disposición de Levítico 11:29-31 apunta no solo a la inmundicia propia de aquellos animales sino a una en la que uno incurre por el solo hecho de tocarlos. Ese tocar, desde el punto de vista espiritual, habla de entrar en contacto con aquellas personas que no viven conforme a la verdad.

 

El mandamiento contemplado en las leyes mosaicas de que, relativo a que todo el que toca una de las ocho especies de reptiles se vuelve ritualmente inmundo   sigue vigente, más sin embargo espiritualizado referido a no alimentarse ni caminar como aquellas personas que viven alejadas de la verdad, apuntando con mayor énfasis en cuanto a ese tocar, desde el punto de vista espiritual, de no entrar en contacto con aquellas personas que no viven conforme a la verdad.


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