75. La mujer con flujo debe llevar un sacrificio (Lv. 15:28,29)


 

“Y cuando fuere libre de su flujo, contará siete días, y después será limpia.  Y el octavo día tomará consigo dos tórtolas o dos palominos, y los traerá al sacerdote, a la puerta del tabernáculo de reunión”

 

Otra de las normativas difíciles de entender de las contenidas en Levítico es la referida al tratamiento relativo a aquella que presente un flujo vaginal ya que siendo esto algo natural ¿por qué quien así le sucediere debía ser impuro? y más aún, ¿por qué debía seguir un rito específico para de nuevo ser considerado puro? Para entender esto hay que ver el contexto completo ya que como parte de esto pueden verse dos situaciones diferentes.

 

Levítico 15

19 Cuando la mujer tuviere flujo de sangre, y su flujo fuere en su cuerpo, siete días estará apartada; y cualquiera que la tocare será inmundo hasta la noche.

20 Todo aquello sobre que ella se acostare mientras estuviere separada, será inmundo; también todo aquello sobre que se sentare será inmundo.

21 Y cualquiera que tocare su cama, lavará sus vestidos, y después de lavarse con agua, será inmundo hasta la noche.

22 También cualquiera que tocare cualquier mueble sobre que ella se hubiere sentado, lavará sus vestidos; se lavará luego a sí mismo con agua, y será inmundo hasta la noche.

23 Y lo que estuviere sobre la cama, o sobre la silla en que ella se hubiere sentado, el que lo tocare será inmundo hasta la noche.

24 Si alguno durmiere con ella, y su menstruo fuere sobre él, será inmundo por siete días; y toda cama sobre que durmiere, será inmunda.

25 Y la mujer, cuando siguiere el flujo de su sangre por muchos días fuera del tiempo de su costumbre, o cuando tuviere flujo de sangre más de su costumbre, todo el tiempo de su flujo será inmunda como en los días de su costumbre.

26 Toda cama en que durmiere todo el tiempo de su flujo, le será como la cama de su costumbre; y todo mueble sobre que se sentare, será inmundo, como la impureza de su costumbre.

27 Cualquiera que tocare esas cosas será inmundo; y lavará sus vestidos, y a sí mismo se lavará con agua, y será inmundo hasta la noche.

28 Y cuando fuere libre de su flujo, contará siete días, y después será limpia.

29 Y el octavo día tomará consigo dos tórtolas o dos palominos, y los traerá al sacerdote, a la puerta del tabernáculo de reunión;

30 y el sacerdote hará del uno ofrenda por el pecado, y del otro holocausto; y la purificará el sacerdote delante de Jehová del flujo de su impureza.

 

Recuérdese que muchas normas levíticas tienden a cuidar la salud del pueblo, siendo este el caso de Levítico 15:28-29. La inmundicia señalada en esta cita está relacionada tanto con el flujo normal de la mujer referido a su período de menstruación (versículo 19) como con a aquel flujo anormal vaginal que se extiende del período o de la cantidad normal del mismo (versículo 26), este último relacionado con alguna sintomatología patológica, cada uno con un tratamiento diferente. Veamos primero e caso del flujo anormal derivado de una sintomatología patológica el cual requiere, aparte del apartamiento requerido para ambos casos, la presentación de un sacrificio por el pecado.

 

Para entender esto hay que comprender que la cuestión relacionada con la inmundicia implica un estado no apto, no necesariamente apunta al pecado, de esta forma, lo referido al flujo anormal de la mujer referenciado con una sintomatología patológica del mismo, una enfermedad cuyo tratamiento debía tomar en cuenta el apartamiento de la mujer en cuestión con la finalidad de que ésta enfermedad no contagiara a nadie más empezando por su esposo pero no circunscribiéndose a ella pues hay enfermedades que se pueden contagiar con la saliva o el tacto lo cual expandiría el rango de infección de la misma.

 

Pero ¿qué aplicación espiritual puede tener esta cuestión? Este mismo capítulo, de los versículos 1 al 18, trata del caso de aquel hombre que tiene tanto un flujo anormal de semen, referido a una sintomatología patológica, como un flujo normal.  El semen en el hombre es requerido para la fecundación del óvulo en la mujer, con todo y todo ambos no son más que un medio para que el poder de Dios se manifieste creando una vida. Es con esto último por donde debe, espiritualmente hablando, comenzarse: una nueva vida.

 

Para los elegidos que han respondido al llamamiento del Padre para venir a salvación en el presente siglo, el nacer de nuevo está dado por el bautismo, a esto se le llama nacer del agua (Juan 3:5-7) siendo el nacer del Espíritu aquella transmutación que se hará cuando la resurrección/transformación, ahora bien, ¿qué se requiere para este nacer del agua?, se requiere oír y responder al mensaje de la salvación, “¿cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído?, ¿y cómo creerán en aquel de quien no han oído?, ¿y cómo oirán sin haber quién les predique?” (Romanos 10:14).

 

La relación de la semilla, el semen del hombre, en el contexto de todo el capítulo 15 de Levítico, tiene su contraparte, en la misma línea de lo dicho anteriormente, con la Palabra: “La parábola es ésta: la semilla es la palabra de Dios” (Lucas 8:11). De esta forma el flujo anormal de semen del hombre está relacionada con una predica deficiente de las verdades de salvación mientras que el flujo normal de semen está relacionad con una predica correcta de las verdades de salvación, es por ello que en primer caso el hombre una vez curado requiere la presentación de un sacrificio por el pecado mientras que en el segundo caso no, solo el lavarse en agua, símbolo del Espíritu Santo y de la Palabra que se requieren para la vida cristiana, ya que de otra forma aquella predica, aunque correcta, estaría incompleta.

 

Con esta comprensión puede seguirse el razonamiento y si el semen del hombre representa aquella semilla que simboliza la Palabra de Dios (Lucas 8:11), el receptáculo de la misma, el vientre de la mujer, representaría la tierra donde es sembrada, “más la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia” (Lucas 8:15). Corroboración de esta interpretación la tenemos en Salmos 139:13-16 donde el vientre de la madre es referenciado como las entrañas de la tierra donde todo hombre es formado.

 

Salmos 139

13 Porque tú formaste mis entrañas;
Tú me hiciste en el vientre de mi madre.

14 Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras;
Estoy maravillado,
Y mi alma lo sabe muy bien.

15 No fue encubierto de ti mi cuerpo,
Bien que en oculto fui formado,
Y entretejido en lo más profundo de la tierra.

16 Mi embrión vieron tus ojos,
Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas
Que fueron luego formadas,
Sin faltar una de ellas.

 

De esta forma, y siguiendo el razonamiento del flujo de semen del hombre, tanto anormal como normal, que representaría una predicación deficiente o correcta, respectivamente, de las verdades de salvación, en el caso de la mujer, este flujo, evidencia o algo que no dio vida, en el caso del flujo normal, o bien una sintomatología patológica.

 

En el caso del flujo normal, esto de que no dio vida se refiere a que aquellas semillas referidas a la Palabra no fueron recibidas de tal forma que echaran raíces, crecieran y dieran fruto. En este caso no hay malicia, simolemente Dios no ha abierto aquel entendimiento para ello, “entonces una mujer llamada Lidia, que vendía púrpura en la ciudad de Tiatira, temerosa de Dios, estaba oyendo; el corazón de la cual abrió el Señor para que estuviese atenta a lo que Pablo decía” (Hechos 16:14), es por ello que con que pasen los siete días de estar apartada es suficiente para estar limpia. Esto implicaría aquel tiempo que aquella persona requiere para estar en posibilidad de entender las verdades de salvación y respondiendo al llamado se redimido.

 

En el caso del flujo anormal, implicaría aquel corazón que o no era bueno o no era recto (Lucas 8:13-14) y por lo tanto no retuvo la palabra oída no dando fruto con perseverancia (Lucas 8:15), es decir, aquí sí hay malicia intencionada para rechazar las verdades de salvación proclamadas. En este caso el tratamiento, aparta de mantener apartada a la mujer en tanto tiene el flujo, una vez cesado este implica presentar una ofrenda por el pecado y otra como holocausto.

 

En resumen, la cuestión del flujo normal referido al período menstrual de la mujer implicaría aquel que de manera natural aún no se le han abierto sus ojos para ver ni sus oídos para oír; el flujo anormal referido a una sintomatología patológica implicaría a aquellos que con corazón que o no era bueno o no era recto, es decir, con malicia, rechazan la palabra oída no dando fruto con perseverancia por lo que su pensar, la fe, y sus actuar, las obras, son imperfectas.

 

En el caso de la ofrenda por el pecado, las dos tórtolas o los dos palominos que como dice Levítico 15:29-30 toma al octavo día  apunta, como todos los sacrificios del Antiguo Testamento, a Cristo, el ave que es muerta a la muerte del Mesías por cuya sangre derramada se nos da la redención y el ave viva al Mesías resucitado que por esto nos hace coherederos consigo del reino venidero.

 

1 Pedro 3:18

Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu

 

1 Juan 2:2

Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.

 

Colosenses 1:22

sin embargo, ahora Él os ha reconciliado en su cuerpo de carne, mediante su muerte, a fin de presentaros santos, sin mancha e irreprensibles delante de Él,

 

Pablo disertando sobre esto señala en su carta a los hebreos

 

Hebreos 10

Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan.

De otra manera cesarían de ofrecerse, pues los que tributan este culto, limpios una vez, no tendrían ya más conciencia de pecado.

Pero en estos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados;

porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados.

Por lo cual, entrando en el mundo dice:
    Sacrificio y ofrenda no quisiste;
    Mas me preparaste cuerpo.

Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron.

Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para
hacer tu voluntad,
Como en el rollo del libro está escrito de mí. 

Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley),

y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último.

10 En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.

11 Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados;

12 pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios,

13 de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies;

14 porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.

15 Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho:

16 Este es el pacto que haré con ellos
Después de aquellos días, dice el Señor:
Pondré mis leyes en sus corazones,
Y en sus mentes las escribiré, 

17 añade:
    Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. 

18 Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado.

19 Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo,

20 por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne,

21 y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios,

22 acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.

23 Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.

24 Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras;

25 no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.

 

El mandamiento contemplado en las leyes mosaicas de que la mujer con flujo debe llevar un sacrificio, sigue vigente, más sin embargo espiritualizado referido, en el caso del flujo normal en la mujer, a aquellos que de manera natural aún no se le han abierto sus ojos para ver ni sus oídos para oír, requerido para ellos solo tiempo para que, si es la voluntad de Dios, se dé eso, y en cuanto al flujo anormal, referido a una sintomatología patológica implicaría a aquellos que con corazón que o no era bueno o no era recto, es decir, con malicia, rechazan la palabra oída no dando fruto con perseverancia por lo que su pensar, la fe, y sus actuar, las obras, son imperfectas, siendo requerido en este caso, aparte de ese tiempo para comprender dichas verdades de salvación, aquella ofrenda por el pecado por el corazón duro que de inicio las rechazó, ofrenda referida al sacrificio al sacrificio redentor de Jesús, siendo en ambos casos, siendo que na vez que esto cambia par ambos casos, están en posibilidad de trabajar en la obra a la que han sido llamados conforme a la voluntad del Padre, tal cual corresponde a todo hijo de Dios.


Comentarios

Entradas populares de este blog

37. No imitar sus conversaciones con espíritus familiares (Dt. 18:10,11)

53. Una israelita no puede casarse con un amonita o un moabita aunque se convierta (Dt. 23:4)

36. No imitar sus consultas a los muertos (Dt. 18:10,11)