26. Los sacerdotes deben bendecir a Israel (Nm. 6:23)
“Habla
a Aarón y a sus hijos, y diles: Así bendeciréis a los hijos de Israel…”
Una
de las funciones asignadas por Dios a Sus sacerdotes en el Antiguo Testamento
era que debían bendecir al Pueblo de Israel, dicha bendición señalaba: “Jehová
te bendiga y te guarde. Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti y tenga de
ti misericordia; Jehová alce sobre ti su
rostro y ponga en ti paz” (Números 6:24-26).
Los
elegidos que han respondido al llamamiento del Padre para venir a salvación, al
estar llamados a ser con Cristo profetas, reyes y sacerdotes (Revelación 1:6;
5:10), deben desde la actualidad participar con Él de estas funciones, en ese
entendido, ¿debe bendecirse al pueblo material de Israel (2 Samuel 7:23-24) o
más bien bendecir al pueblo espiritual de la iglesia (Gálatas 6:16)?
Cuando
uno lee la Escritura, encuentra en la misma admoniciones y promesas dadas a
Israel, estas admoniciones y promesas pueden ser históricas (ya acontecidas),
exhortativas (acontecidas o no pero que sirven de instrucción, de corrección,
de edificación), o proféticas (que aún no han sucedido), pero en todos los
casos el lector generalmente las ubica referidas única y exclusivamente al
Israel carnal, físico y terrenal, sin darse cuenta que también aplican a la
iglesia de Dios, para ello hay que entender el significado de Israel más allá
del claro y evidente referido al pueblo judío.
Hay
que entender que en la Escritura, la palabra Israel puede referirse, sí, al
pueblo carnal, físico y terrenal de Israel, pero también hace referencia a todo
aquel quien es llamado por Dios y llega a formar parte de Su familia.
Cuando
el nombre de Jacob es cambiado a Israel (Génesis 32:29), la misma Escritura
explica su significado pleno. Israel viene de ישׂראל, Yisra'el, que significa El que Lucha con Dios, pero la Escritura
completa el significado pleno al señalar en la cita dada que ese cambio se da
no sólo por haber luchado con Dios y los hombres (incluso hombres impíos habían
luchado con Dios y con los hombres, como Caín o Nimrod) pero en el caso de
Jacob él había vencido, es así como Israel se refiere a El Que Vence, lo cual abarca tanto el Antiguo como el Nuevo
testamento, es decir tanto al pueblo carnal, físico y terrenal de Israel como a
los llamados a formar parte de la iglesia de Dios, es decir, en Israel nos
estamos refiriendo a la familia de Dios
conformada por todo aquel que vence.
Sobre
esto, es interesante notar en el capítulo 6 de Gálatas, como es que Pablo hace
mención al Israel de Dios (Gálatas 6:16). La carta va dirigida no al Israel carnal,
físico y terrenal sino a la iglesia de Dios, de hecho es una admonición contra
aquellos que querían llevar a los nuevos creyentes de nuevo a judaizar
sometiéndose a las prescripciones que habían sido superadas por el sacrificio
redentor de nuestro Señor Jesús. “Pero
lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por
quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo. Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale
nada, ni la circuncisión, sino una nueva creación. Y a todos los que anden conforme a esta regla,
paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios” (Gálatas 6:14-16). Así,
Pablo, al referirse al Israel de Dios en un contexto ajeno al Israel carnal,
físico y terrenal, se dirige a la iglesia de Dios, de hecho podemos decir, en
la misma línea de lo ya comentado, que se dirige a todo aquel que siendo
llamado llega a vencer pues “ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni
libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gálatas
3:28; cfr. Romanos 11:11-24)
De
esto último es interesante que las cartas que Jesús por medio de Juan envía a
las iglesias en Revelación siempre se refiere las promesas que esperan al que
venza (Revelación 2:7, 11, 17, 26: 3:5, 12, 21), siguiendo la tónica de lo
expresado, al que llegue a ser Israel.
Con
esta comprensión puede entenderse una profecía dada por Jesús que sigue
desconcertando a los estudiosos de la Escritura.
Mateo
10:23
Cuando
os persigan en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo, que no
acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del
Hombre.
Interpretaciones
van e interpretaciones vienen respecto de la cita anterior, algunos más
prudentes la obvian para no entrar en conflicto ya que la lectura de la misma
es contradictoria a primera vista. Jesus, refiriéndose a la encomienda de
proclamar el Evangelio, dice a Sus seguidores que si los persiguen en una
ciudad vayan a otra, pero luego viene la profecía a la que se hace referencia:
“porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de
Israel, antes que venga el Hijo del Hombre”. Es más que evidente que hace
mucho, de hecho incluso en el tiempo de la iglesia primitiva, los discípulos de
Jesús recorrieron todas las ciudades de Israel, incluso considerando que el
exhorto a sus discípulos va dirigido a Sus seguidores de todos los tiempos es
difícil argumentar que en la actualidad no se han recorrido todas las ciudades
de Israel. Pero hay más, ya que esta cita estaría en contraposición con otra
misma de Jesús cuando al enviar a Sus discípulos a predicar el Evangelio les
dice “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu
Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en
toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8), así
que aquí Jesús dice que Sus discípulos le serían testigos en toda –no parte- Judea, en
Samaria, y hasta lo último de la tierra, ¿entonces?, ¿los discípulos no
acabarían de predicar en todo Israel para cuando Jesús regresara (Mateo 10:23)
o más bien si terminarían y no sólo con Judea y Samaria (Israel) sino incluso
hasta las confines más recónditos de la tierra (Hechos 1:8)?, ¿cómo conciliar
estas dos citas aparentemente contradictorias?
Vista
de la manera tradicional donde Israel se refiera al estado judío el conflicto
anterior subiste y de hecho no hay manera de resolverlo, pero con la
comprensión referida a que Israel se refiere a El Que Vence puede entenderse la anterior profecía bajo una nueva
luz donde la referencia a las ciudades de Israel es un indicativo de todos
aquellos lugares alrededor el mundo donde vivieren en todos los tiempos
aquellos que habrían de ser llamados a salvación en el presente siglo: “porque de cierto os digo, que no acabaréis
de recorrer todas las ciudades de [Los Que Vencen], antes que venga el Hijo del
Hombre”.
De
esta forma el término Israel no se refiere exclusiva ni excluyentemente al
pueblo material de Israel, ni tampoco se refiere exclusiva ni excluyentemente
al pueblo espiritual de la iglesia, sino a ese pueblo que identificamos con Los
Que Vencen, la familia de Dios.
Así,
cuando se lea en la Escritura admoniciones y promesas para Israel, hay que
llevarlas a la luz de su significado como una exhortación personal a El Que Vence y tomarlas para la propia
edificación, pues son dichas también para cada elegido que ha respondido al
llamamiento del Padre, para ser acreditado entre los llamados y elegidos que
son hallados fieles (Revelación 17:14) y contado entre los vencedores (Romanos
8:29-39; 1 Juan 5:4-5).
El
mandamiento contemplado en las leyes mosaicas de que los sacerdotes deben
bendecir a Israel sigue vigente más sin embargo espiritualizado referido al
pueblo de Dios, Su familia, integrado por Los Que Vencen, aquellos que oyendo
el llamado del Padre en el presente siglo para venir a salvación han respondido
y avanzan por el Camino para llegar a la plenitud de las promesas recibidas como
hijos de Dios.

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