88. Los sacerdotes deben comer el resto de la ofrenda de harina (Lv. 2:3, 10)
“Y lo que resta de la ofrenda será de Aarón y de sus hijos; es cosa santísima de las ofrendas que se queman para Jehová […] Y lo que resta de la ofrenda será de Aarón y de sus hijos; es cosa santísima de las ofrendas que se queman para Jehová”
Levítico
2 contiene las instrucciones relativas a lo que se conoce como las ofrendas de
grano, también como las ofrendas de harina.
Levítico
2
1 Cuando
alguna persona ofreciere oblación a Jehová, su ofrenda será flor de harina,
sobre la cual echará aceite, y pondrá sobre ella incienso,
2 y la
traerá a los sacerdotes, hijos de Aarón; y de ello tomará el sacerdote su puño
lleno de la flor de harina y del aceite, con todo el incienso, y lo hará arder
sobre el altar para memorial; ofrenda encendida es, de olor grato a Jehová.
3 Y lo que
resta de la ofrenda será de Aarón y de sus hijos; es cosa santísima de las
ofrendas que se queman para Jehová.
4 Cuando
ofrecieres ofrenda cocida en horno, será de tortas de flor de harina sin
levadura amasadas con aceite, y hojaldres sin levadura untadas con aceite.
5 Más si
ofrecieres ofrenda de sartén, será de flor de harina sin levadura, amasada con
aceite,
6 la cual
partirás en piezas, y echarás sobre ella aceite; es ofrenda.
7 Si
ofrecieres ofrenda cocida en cazuela, se hará de flor de harina con aceite.
8 Y traerás
a Jehová la ofrenda que se hará de estas cosas, y la presentarás al sacerdote,
el cual la llevará al altar.
9 Y tomará
el sacerdote de aquella ofrenda lo que sea para su memorial, y lo hará arder
sobre el altar; ofrenda encendida de olor grato a Jehová.
10 Y lo que
resta de la ofrenda será de Aarón y de sus hijos; es cosa santísima de las
ofrendas que se queman para Jehová.
11 Ninguna
ofrenda que ofreciereis a Jehová será con levadura; porque de ninguna cosa
leuda, ni de ninguna miel, se ha de quemar ofrenda para Jehová.
12 Como
ofrenda de primicias las ofreceréis a Jehová; mas no subirán sobre el altar en
olor grato.
13 Y
sazonarás con sal toda ofrenda que presentes, y no harás que falte jamás de tu
ofrenda la sal del pacto de tu Dios; en toda ofrenda tuya ofrecerás sal.
14 Si
ofrecieres a Jehová ofrenda de primicias, tostarás al fuego las espigas verdes,
y el grano desmenuzado ofrecerás como ofrenda de tus primicias.
15 Y pondrás
sobre ella aceite, y pondrás sobre ella incienso; es ofrenda.
16 Y el
sacerdote hará arder el memorial de él, parte del grano desmenuzado y del
aceite, con todo el incienso; es ofrenda encendida para Jehová.
Para
entender lo relativo a la disposición normativa referido a que los sacerdotes
deben comer el resto de la ofrenda de harina hay que entender dos fiestas que
están relacionadas con eso: Primicias y Panes sin levadura.
Veamos primero la fiesta de las Primicias. Primicias
viene del hebreo Bikkurim, ביכורים, que literalmente significa primeros frutos
y como señala Levítico 23:11 esta fiesta se celebraba “el día siguiente del día
de reposo”, es decir, después del sábado semanal de la semana en que cayera la
Pascua, por ende siempre caía en domingo dentro del mes de Nisán, que como ya
se comentó puede caer en Marzo o en Abril cada año.
Deuteronomio 16:9 señala que “siete semanas contarás; desde que comenzare a
meterse la hoz en las mieses comenzarás a contar las siete semanas”, como
señala Éxodo 34:22 al inicio de estas siete semanas está la fiesta de las
Primicias y al final (al final de Pentecostés) la fiesta de la cosecha plena.
Así que Primicias se relaciona con Pentecostés ya que esta fiesta lo inicia
(más delante veremos la relación entre Pentecostés y las Primicias).
Esta fiesta era sombra de la resurrección de Jesús. Pablo
explica esto al señalar en 1 Corintios 15:20-23 que
20 Mas ahora
Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho.
21 Porque
por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección
de los muertos.
22 Porque
así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.
23 Pero cada
uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en
su venida.
Recordemos que las fiestas dadas por Dios tenían una
fuerte vinculación con los ciclos agrícolas de Israel, siendo así que Primicias
caía cuando se recogían precisamente los primeros frutos de la tierra, siendo
para más adelante, como ya se comentó, la recolección completa (esto lo veremos
en Pentecostés).
Como se comentó al inicio, esta fiesta se celebraba el
día siguiente del sábado semanal de la semana en que cayera la Pascua, es
decir, el domingo. En la fiesta el sacerdote mecía las primeras gavillas como
ofrenda a Jehová (Levítico 23:11), como sombra de la resurrección de Jesús
podemos ver esto siguiendo el relato de Juan (Juan 20:1, 11-18):
1 El
primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al
sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro.
11 Pero
María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó
para mirar dentro del sepulcro;
12 y vio a
dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera,
y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto.
13 Y le
dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y
no sé dónde le han puesto.
14 Cuando
había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que
era Jesús.
15 Jesús le
dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el
hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo
lo llevaré.
16 Jesús le
dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro).
17 Jesús le
dijo: No me toques, porque aún no he subido a mi Padre; más ve a mis hermanos,
y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.
18 Fue
entonces María Magdalena para dar a los discípulos las nuevas de que había
visto al Señor, y que él le había dicho estas cosas.
Como
podemos ver, el domingo Jesús se la aparece a María Magdalena y le dice, cuando
ella quiere tocarlo, que no lo toque pues aún no había subido a Dios, pero que
iba a subir, cumpliendo así la sombra del mecimiento de la gavilla como ofrenda
a Jehová en la figura de Su ascensión.
Levítico
23:13 y Números 28:28 nos hablan de la ofrenda de panes que conjunto con la
primera gavilla tenía que ofrecerse. Lo interesante de estas disposiciones es
que estos panes se preparaban sin levadura, símbolo de Jesús sin pecado, ni
falta, ni mancha, es por eso que María no podía tocarlo hasta que subiera al
Padre.
De igual
forma Levítico 23:12 nos habla de la ofrenda del Cordero, símbolo de Jesús, y
Números 28:27-30 complementa esta ofrenda con la solemnidad, plenitud y
perfección de la misma.
Deuteronomio
16:11 hablan de la alegría que debía expresarse en esta fiesta. Esta alegría la
refleja el cristiano actualmente al saberse reconciliado con el Padre por el
sacrificio redentor de Jesús y por fincar su esperanza en la resurrección de
Cristo, nuestro Señor y Salvador: “[Jesús], a quien amáis sin haberle visto, en
quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y
glorioso; obteniendo
el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas” (1 Pedro 1:8-9), “Regocijaos
en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡¡Regocijaos!!” (Filipenses 4:4).
Ahora
veamos la fiesta de los Panes sin levadura. La fiesta de los panes sin levadura
(matzot, palabra plural que deriva de matzo, מַצָּה,
y que significa panes ázimos o panes sin levadura), era una conmemoración que
iba unida a la celebración de la Pascua, la cual se celebraba el 14 de Nisán, y
deriva su nombre de la obligación de comer en el lapso de la fiesta panes sin
levadura. Los Panes sin levadura, segunda fiesta de primavera, se celebraba por
siete días, desde 15 y hasta el 21 de Nisán (Levítico 23:6; Números 28:17) – Nisán, como ya se comentó, puede
caer en Marzo o en Abril cada año-, aunque como puede verse los Panes sin
levadura estaban íntimamente unidos con la Pascua, en la cual también se comía
junto con el Cordero Pascual panes sin levadura: “Esa noche comerán la carne
asada al fuego, con hierbas amargas y pan sin levadura” (Éxodo 12:8), por eso
en Éxodo 12:18 se señala que “en el mes primero comeréis los panes sin
levadura, desde el día catorce del mes por la tarde hasta el veintiuno del mes
por la tarde”.
Si
bien los Panes sin levadura se observaba como fiesta del 15 al 21 de Nisán,
sólo el primer día y el último, es decir, el 15 y el 21, eran de reposo en los
cuales no se hacía ningún trabajo (Levítico 23:7-8; Números 28:18-25).
Como
puede verse, los Panes sin levadura consistía principalmente en dos
condicionantes: comer panes sin levadura y retirar de todas las casas en esos
días la levadura que en su interior pudiera encontrarse. Tan importante era
esto que cualquiera que comiere pan con levadura debía ser cortado de la
congregación (Éxodo 12:19).
La
levadura es un símbolo del pecado. Mateo 16:5-12 lo explica:
5 Llegando
sus discípulos al otro lado, se habían olvidado de traer pan.
6 Y Jesús
les dijo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos y de los
saduceos.
7 Ellos
pensaban dentro de sí, diciendo: Esto dice porque no trajimos pan.
8 Y
entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué pensáis dentro de vosotros, hombres de
poca fe, que no tenéis pan?
9 ¿No
entendéis aún, ni os acordáis de los cinco panes entre cinco mil
hombres, y cuántas cestas recogisteis?
10 ¿Ni de
los siete panes entre cuatro mil, y cuántas canastas recogisteis?
11 ¿Cómo es
que no entendéis que no fue por el pan que os dije que os guardaseis de la
levadura de los fariseos y de los saduceos?
12 Entonces
entendieron que no les había dicho que se guardasen de la levadura del pan,
sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos.
El
no comer nada leudado y el retirar de nuestras casas la levadura es un símbolo
de la vida perfecta (Mateo 5:48) y santa (1 Pedro 1:16) a la que el cristiano
está siendo llamado.
Pablo
escribiendo a los Corintios les indica esto al señalar “No es buena vuestra
jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? Limpiaos,
pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois;
porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja
levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin
levadura, de sinceridad y de verdad” (1 Corintios 5:6-8)
Éxodo
23:15 y Deuteronomio 16:3 señalan el simbolismo detrás de esta fiesta: el que
el señor sacó a Su pueblo de la esclavitud en que vivía en la tierra de Egipto.
Éxodo 20:2 señala como es que Dios se presenta como “Yo soy Jehová tu Dios, que
te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre”, esa servidumbre es el
dominio que hasta el sacrificio redentor de Jesús el pecado tenía sobre
nosotros. Una vez reconciliados por el sacrificio redentor de Jesús,
corresponde a cada cristiano vivir santa y perfectamente, como dice Juan, “si
decimos que tenemos comunión con [Dios], y andamos en tinieblas, mentimos, y no
practicamos la verdad; pero si andamos
en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de
Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:6-7). ¿Y qué pasa
cuando como cristianos, siendo débiles, torpes o cobardes, caemos y pecamos?
“Si confesamos nuestros pecados, [Dios] es fiel y justo para perdonar nuestros
pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).
Por
último, Éxodo 23:15 señala un aspecto adicional: nadie debía presentarse con
las manos vacías, es decir, todos debían que traer alguna ofrenda (Números.
28:19-24 señala las ofrendas aceptables). De igual forma, en ese vivir perfecto
y santo al que está llamado todo cristiano que ha aceptado a Jesús como su
salvador, debe dar frutos, “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gálatas 5:22-23).
Sobre este punto, Pablo escribiendo a los Gálatas les dice “Y no nos cansemos
de hacer el bien, pues a su tiempo, si no nos cansamos, segaremos” (Gálatas
6:9-10), escribiendo a los Hebreos
señala “no os olvidéis de hacer el bien y de la ayuda mutua, porque de tales
sacrificios se agrada Dios” (Hebreos 13:16), y escribiendo a los Corintios les
indica que “Dios puede hacer que toda gracia abunde para vosotros, a fin de que
teniendo siempre todo lo suficiente en todas las cosas, abundéis para toda
buena obra” (2 Corintios 9:8); de igual forma Pedro en su primer epístola
señala “sed todos de un mismo sentir, compasivos, fraternales, misericordiosos
y de espíritu humilde” (1 Pedro 3:8-13).
La referencia a ser cortado de Israel
todo aquel que en esa fiesta comiera panes con levadura, es una sombra de la
muerte que trae consigo el vivir en pecado, “porque la paga del pecado es
muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”
(Romanos 6:23).
Ahondando en esto Pablo escribe a los
Corintios diciéndoles (1 Corintios 5:9-13):
9 Os he
escrito por carta, que no os juntéis con los fornicarios;
10 no
absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los
ladrones, o con los idólatras; pues en tal caso os sería necesario salir del
mundo.
11 Más bien
os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere
fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el
tal ni aun comáis.
12 Porque
¿qué razón tendría yo para juzgar a los que están fuera? ¿No juzgáis vosotros a
los que están dentro?
13 Porque a
los que están fuera, Dios juzgará. Quitad, pues, a ese perverso de entre
vosotros
De
todas las fiestas dadas por Jehová a Su pueblo, sólo dos, Panes sin levadura y
Tabernáculos, no tienen un referente temporal único en el Nuevo Testamento, es
decir, todas las fiestas que Israel celebraba en el Antiguo Testamento apuntan
a un momento preciso histórico en la historia de la salvación de la humanidad,
sea ya cumplido o por cumplirse, representado por una fecha exacta para su
cumplimiento, pero no así Panes sin levadura y Tabernáculos, fiestas que duran
siete y siete más un día, respectivamente, esto porque así como la Pascua
señalaba a lo que Jesús tenía que hacer, Panes sin levadura señalan a lo que
todo cristiano tiene que hacer en su vida y que es vivir sin pecado,
simbolizado por la levadura. De hecho, mientras que todas las demás fiestas se
celebran en un día dado, Panes sin levadura es la única que abarca un período
de tiempo, siete días, donde el primero y el ultimo son de reposo. Ese periodo
de tiempo se refiere a la vida de cada persona como individuo, la vida de la
iglesia como congregación, y la vida de la humanidad como colectividad, ambos,
como ya se comentó, viviendo una vida de perfección (Mateo 5:48) y santidad (1
Pedro 1:16).
Ahora
bien, la figura de Jesús como redentor y salvador, debe ser el centro de toda
nuestra vida cristiana. Como referente de esto, Cristo es presentado como el
pan sin pecado, sin levadura, del cual debemos alimentarnos como cristianos:
Juan
6:48-49: “Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el
maná, y murieron”.
Juan
6:51: “Yo soy el pan, el vivo, el del cielo descendido; si alguno comiere de
este pan, vivirá por el siglo. Y el pan también que yo daré, la carne mía, es
por la del mundo vida”.
Juan
6:55: “Pues mi carne, verdadera es comida, y mi sangre, verdadera es bebida”.
Juan
6:57: “Según me ha enviado, el vivo, Padre y yo vivo por el Padre, también el
que me come, también aquél vivirá por mí”.
Juan
6:58: “Este es el pan el del cielo descendido; no según comieron los padres, y
murieron; el que come este pan vivirá por el siglo”.
Juan
6:35: “Díjoles Jesús: «Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí, no
hambreará, no; y el que cree en mí, no tendrá sed, no, jamás»”.
Mateo
4:4: “Y él respondiendo dijo: «Escrito está»: No de pan sólo vivirá el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios»”.
Mateo
26:26: “Y, comiendo ellos, tomando Jesús pan y bendiciendo, partió, y, dando a
los discípulos, dijo: «Tomad, comed; éste es mi cuerpo»”.
Es
interesante notar, respecto de esto, como es que la ascensión de Jesús al Padre
se lleva a cabo precisamente a la mitad de la semana de los Panes sin levadura.
Jesús muere el 14 de Nisán, en la parte clara, y antes de la puesta de sol es
enterrado. A la puesta de sol comienza la semana de Panes sin levadura, siendo
ese primer día de reposo. La prueba mesiánica de que Jesús estaría enterrado
tres días y tres noches (Mateo 12:38-40) comienza a contar a la puesta de sol
el 14 de Nisán, poco antes del inicio del 15 de Nisán, cumpliéndose los tres
días y las teres noches el 17 de Nisán antes de la puesta del sol. El domingo
las mujeres van al sepulcro estando aún oscuro (ya había transcurrido la parte
oscura del 18 de Nisán), estando por amanecer: “el primer día de la semana
María Magdalena fue temprano al sepulcro, cuando todavía estaba oscuro, y vio
que ya la piedra había sido quitada del sepulcro” (Juan 20:1), “Pero el primer
día de la semana, al rayar el alba, las mujeres vinieron al sepulcro trayendo
las especias aromáticas que habían preparado” (Lucas 24:1). Cuando María
Magdalena ve al Señor y lo quiere tocar “Jesús le dijo: No me toques, porque
aún no he subido a mi Padre; mas ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y
a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios” (Juan 20:17), siendo así que para
cuando inicia la parte clara Jesús asciende al Padre con lo que si antes de
caer la noche del día anterior ya había resucitado, sumada la parte oscura del
día previo a su resurrección, tenemos medio día adicional que agregar que nos
da tres días y medio después del inicio de la semana de Panes sin levadura, es
decir, la mitad de la semana, que es cuando asciende al Padre.
Esta
aclaración es importante porque, aparte del enorme simbolismo respecto que el
centro de la vida cristiana -individual,
congregacional o colectiva- debe girar en torno a Jesús, sirve para entender,
como se explicará al concluir de presentar todas las fiestas, por qué sólo tres
de todas las fiestas exigían presentarse ante Jehová en Jerusalén: Panes sin
levadura, Pentecostés y Tabernáculos (Deuteronomio 16:16).
Estas
dos primeras fiestas, la Pascua y los Panes sin levadura, están íntimamente relacionados
con las cuestiones de la fe y las obras, ya que por fe somos justificados
(sacrificio de Jesús, Pascua) y llamados a vivir santamente (buenas obras,
Panes sin levadura). Tan íntimamente está ligado esto que, como ya se comentó,
ambas fiestas, la Pascua y los Panes sin levadura estaban ritualmente unidas,
tan así que a la Pascua también se le decía el primer día de los panes sin
levadura (Mateo 26:17) pues en la Pascua también se comían panes sin levadura
(Éxodo 12:8).
El
mandamiento contemplado en las leyes mosaicas de que los sacerdotes deben comer
el resto de la ofrenda de harina, sigue vigente, más sin embargo
espiritualizado pues al considerar ambas fiestas, Primicias y Panes sin
levadura, se entiende que, respecto a Primicias, Jesús es esa primicia, ese pan
sin levadura ofrecido enteramente a Dios por nuestra redención, pero de igual
forma, respecto de Panes sin levadura, los que hemos sido llamados para ser
reyes y sacerdotes debemos alimentarnos de ese Pan sin levadura, Jesús,
viviendo de manera individual y colectiva esa vida de perfección y santidad a
la que estamos llamados, tal cual corresponde a todo hijo de Dios.

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