28. Deben quemar el incienso dos veces por día en el altar de oro (Éx. 30:7,8)
“Y Aarón quemará incienso aromático sobre él;
cada mañana cuando aliste las lámparas lo quemará. Y cuando Aarón encienda las
lámparas al anochecer, quemará el incienso; rito perpetuo delante de Jehová por
vuestras generaciones”
Como parte de los deberes que diariamente tenían
que cumplir los sacerdotes como parte de su oficio en el Templo estaba el
quemar incienso ante Dios, dicho incienso se quemaba en un altar específicamente
construido para ello como señala 20. Deben
quemar el incienso dos veces por día en el altar de oro Éxodo 30:1-10, ¿qué podrá significar?
El altar del incienso esta justo
frente al velo divisorio entre el lugar santo y el lugar santísimo y era donde
diariamente se ofrecía incienso para Dios. Muchos de los símbolos relacionados
con el altar ya han sido comentados, por lo que no se extenderá en esto sino en
la nueva información que se entrega.
El altar del incienso señalado en
Éxodo 30 estaba hecho de madera (v. 1), simbolizando la naturaleza humana,
cubierto de oro, simbolizando la naturaleza divina (v. 3). Tenía una cornisa (v.
3) simbolizando los límite relacionados con la voluntad de Dios que no deben
ser traspasados. El volumen del altar es de 2, resultante de multiplicar un
codo de longitud por un codo de anchura y dos codos de altura, simbolizando el
testimonio de la fe. Tenía anillos de oro debajo de la cornisa a través de los
cuales se traspasaban varas para poder llevarlo simbolizando que a donde uno va
debe llevar ese altar. La quema de incienso se hacía por la mañana y al
anochecer (v. 7-8) simbolizando la totalidad de nuestro tiempo entregada a
Dios, tanto de día como de noche.
Hasta aquí símbolos que referidos
a otras partes del Tabernáculo ya se habían comentado, pero la información
nueva que entrega esta descripción es mucho muy relevante, pero antes de entrar
a ella, ¿qué significa el altar del incienso?
En Revelación se tiene de nuevo
la figura relacionada con el incienso (Revelación 8:4-6), y este libro que
sella el testimonio señala sobre esto que el incienso representa las oraciones
de los santos (Revelación 5:8). Así que el altar del incienso en la era de la
iglesia, el lugar santo, simboliza las oraciones de los llamados y elegidos.
Ahora sí, con esta comprensión,
puede verse y entenderse la nueva información que se entrega sobre esto. El
versículo 9 señala “No ofreceréis sobre él incienso extraño, ni holocausto, ni
ofrenda; ni tampoco derramaréis sobre él libación”, pareciera una indicación
más, pero con la comprensión que en este punto se tiene adquiere gran
relevancia. Los holocaustos, ofrendas y libaciones estaban normados para la era
relativa a las leyes mosaicas (por eso en el atrio se hacían los sacrificios,
como se verá más delante), pero en la era de la iglesia dichos sacrificios han
concluido pues los mismos apuntaban al sacrificio redentor de Cristo donde con
su muerte una vez y para siempre nos trajo redención (Hebreos 10:10-14), siendo
que en esta era, la de la iglesia, la oración el medio por el cual entramos en
comunión con Dios a través de Su Hijo.
Por último, los cuatro cuernos
(v. 2) representan los cuatro puntos cardinales, es decir, la simbología
relativa al altar del incienso aplica para los llamados y elegidos de de toda
nación, raza, pueblo y lengua, la sangre que una vez al año el sumo sacerdote
ponía en los cuernos el día de la expiación, simboliza el sacrificio redentor
de Cristo que nos redime ante el Padre (Hebreos 10:10) haciendo que nuestras
oraciones, en nombre de Jesús, le sean
agradables (Juan 14:13-14).
Es así como el altar del incienso
está estratégicamente colocado en el lugar santo, en la era de la iglesia,
simbolizando la forma en la cual el Pueblo de Dios está en relación constante
con el Padre a través de Su Hijo.
El
mandamiento contemplado en las leyes mosaicas de que los sacerdotes deben quemar
el incienso dos veces por día en el altar de oro sigue vigente más sin embargo
espiritualizado referido al pueblo de Dios, Su familia, integrado por Los Que Vencen, simbolizando la forma en la cual el Pueblo de Dios está en
relación constante con el Padre a través de Su Hijo, como corresponde a todo
hijo de Dios.

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